Víctor is dead, Víctor is gone.

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—La clase ha terminado. Nos vemos el próximo día —dijo William Barton dando por finalizada la clase magistral del día. La asignatura que impartía, Derecho Penal, era presumiblemente la que tenía mayor índice de asistencia femenina, tanto de alumnas matriculadas como de viejas alumnas que asistían con la excusa de recordar conceptos. La repuesta ello estaba en el físico admirable del profesor, en sus cabellos castaños, su barba pelirroja de días. Muchas consideraban adorables las arrugas de sus párpados al sonreír.

Kenna no era una excepción. Barton se colaba furtivamente en sus sueños sin pedir permiso. A Derecho Penal acudía normalmente muy bien vestida, como esa ocasión con camisa blanca, pantalón vaquero estrecho y una chupa de cuero negra, le daba un toque desenfadado y roquero que le quedaba realmente. Las palabras que habían compartido no iban más allá de un "¿ha corregido los tests semanales, profesor?" o similares.

Esa tarde de diciembre decidió ir más allá. Recientemente, el profesor dio una charla en la sala de conferencias, a la cual indudablemente acudió. No se enteró ni del tema de la conversación, estaba demasiado ocupada en verle. Aprovechando el tema se le acercó.

—Hola, profesor Barton —dijo luciendo una de sus mejores sonrisas

—Hola. Kenna, ¿Cierto?

—Esa soy yo. —Rio nerviosamente a la par que se colocaba un mechón de pelo tras la oreja—. Quería darle la enhorabuena por su charla del otro día, fue muy interesante.

—Puedes tutearme. Cuando la clase termina paso de ser el profesor Barton a simplemente William. —Kenna no podía resistirse a esa sonrisa seductora que le dedicaba.

—Como quieras, William.

—La semana que viene doy otra charla, si quieres venir quedas invitada.

—Claro, me encantaría. —Justo cuando iba a decir algo más la melodía de su teléfono la interrumpió—. Disculpa. —Descolgó el aparato. Lo puso en su oreja separándose un poco del profesor para tener algo más de privacidad—. Hola Bryan, ¿qué pas...? —La voz entrecortada del chico, por los sollozos, la interrumpió—. ¿Cómo? —Su rostro se desfiguró completamente ante la noticia que el chico le daba.

* * *

Bryan colgó a Kenna. Quedó mirando la pantalla unos segundos, observando su propio reflejo en la pantalla apagada, muy difuminado. La doctora Thompson lo había llevado a su despacho, tras un rato de charla logró tranquilizar al chico. Por sugerencia de ella fue que llamó a Kenna para informarla de la situación, no tardaría más de treinta minutos en llegar.

—¿Estás mejor? —interrogó la mujer. El chico negó—. Sé que es duro encontrarte a alguien entre la vida y la muerte.

—¿Seguro que lo sabe? Dudo que sepa lo que sentí al verlo así. Fue... Horrible. —Apoyó los codos en sus rodillas y la cabeza en sus manos, negando muy sutilmente—. Simplemente horrible... —Sorbió la nariz. Thompson le ofreció un pañuelo—. Gracias. —Lo usó para limpiarse.

—Debes comprender que para alguien como él está justificado el quitarse la vida. No compartimos esta solución, hay otras opciones. Para él no, el suicidio ha sido su única salida.

—No sabía ni que venía al psiquiatra... —murmuró el castaño—. No sabía que tenía problemas tan serios... —Le había costado comprender los problemas del moreno, más aún sin que Thompson se los contase pues violaría la privacidad de su paciente—. ¿Tan dura ha sido su vida como para hacer eso?

—Sí —respondió tras tragar saliva.

—Sigo sin entender como una persona llega hasta ese punto... —La doctora trató de explicárselo nuevamente sin mencionar nada del pasado de Víctor, intentando hacerle ver que la decisión de su paciente no era la correcta, pero sí la correcta para él según su punto de vista. En medio de esa nueva charla, Kenna entró hecha un huracán.

Tú antes volabas. [LEER DESCRIPCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora