Nice {part I/II}

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Nota del autor: El titulo viene referido al nombre de la ciudad de Niza en francés, no a la palabra anglosajona.

La borrachera de la noche previa a Navidad era tradición para Kenna desde sus dieciocho. Luego tocaba una mañana de resaca, una buena sonrisa maquillada para aparentar frente a la familia que no había bebido más de la cuenta, y por la noche a destrozar la cama durmiendo reponiendo energías. En su pequeña tradición, era la primera vez que no volvía a casa a dormir. De hecho al abrir los ojos pensó que estaba en su habitación, sola, abrazando a su peluche de la niñez, el señor Miguelín, un enorme oso afelpado color marrón. Lo que abrazaba un oso no era, afelpado ligeramente, no tan blando como Miguelín.

Lo primero que vio fue la piel de un hombre, tenía la cara hundida en el costado de un hombre con el brazo rodeándole la espalda, el varón la imitaba incluyendo una pierna sobre las propias. Consiguió librarse del agarre. Miró por debajo de las sábanas encontrándose ambos cuerpos desnudos.

—Qué sorpresa —murmuró sarcástica sentada en la cama. Llevó los dedos índices y corazón a ambas sienes para masajearlas levemente—. Mi cabeza... Duele... —Se quejó. Lo siguiente fue recorrer la habitación con la mirada hasta dar con un preservativo usado sobre la mesita de noche. Siempre con condón. Bostezó estirando los brazos hacia arriba, su espalda crujió haciéndole lanzar un quejido al aire. El hombre bocabajo gruñó removiéndose entre las sábanas. Levantó su cabeza de cabellos castaños con retazos rojizos, sonriendo a ver a la dama desnuda.

—Buenos días, señorita Harkness —dijo con voz ronca, curvando los labios en una sonrisa encandiladora.

—Buenos di... —Empezó la chica, callando súbitamente al ver el rostro de su profesor de Derecho Penal—. Oh no...

—Oh sí... —rio el hombre girándose para quedar bocarriba. Se tapó los ojos con una mano sin dejar de reír. A Kenna se le antojó, en medio de esa nube de confusión, que esos cabellos alborotados y esa barba lo hacían aún más sexy.

—Oh Dios mío, oh Dios mío... —Se levantó precipitadamente buscando su ropa por el suelo—. Qué vergüenza...

—¿Tan mal estuve? —Parecía una situación de lo más normal para el hombre. Nada más lejos de la realidad, podría ocasionarle problemas por mucho que ocurriese fuera de las aulas. A la universidad no le interesaba un profesor que yacía entre sábanas con alumnas, daba mala fama—. Creo que tu sostén está en salón. —Se le antojaba tan divertido que no podía dejar de reír.

—¿Tan divertido le parece esto? —El mayor solo se levantó en su desnudez acercándose hasta su amante.

—Simplemente ha ocurrido. Por mucha vergüenza que sientas, lo hecho está hecho... —Llevó su diestra mano fuerte hasta acariciar una de las suaves mejillas ajenas, sólo con la punta de los dedos, fascinándose de la juventud impresa en las facciones de Kenna—. Además, algo me dice que te gustó... —murmuró bajando la mirada hacia su propio cuerpo, piel blanquecina, vello corporal en un torso cubierto de arañazos. Deslizó la mano desde la mejilla hasta el cuello, acariciando unos mordiscos obrados por sus propios dientes—. Vaya... Sí que fui bruto... —Miró los ojos de la muchacha—. ¿Me permites? —Sin esperar respuesta apartó los cabellos dejando mayor visibilidad del cuello. Posó los labios en las marcas rojizas besando con una suavidad extrema. Kenna se estremeció ligeramente.

—Profesor... —susurró con llamas en los ojos. Esos besos la desarmaban totalmente, toda su valentía de mujer fuerte desaparecía por arte de magia, toda duda o vergüenza por lo ocurrido parecía estar bien por un pequeño segundo—. Esto no... —calló súbitamente al sentir las manos de Barton posarse en su espalda, recorrerla hacia abajo delineando con un dedo su columna vertebral. Pasaron por sus nalgas con sutileza antes de pasar a sus costados, a su vientre, subiendo hasta alcanzar sus pechos. Loas apretó suavemente haciéndola jadear. Continuó después subiendo las manos hasta sus mejillas, mirándola fijamente a los ojos repletos de deseo.

Tú antes volabas. [LEER DESCRIPCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora