Diva is a female version of the hustla

552 27 6
                                    

—¿Kenna? —dijo Víctor al otro lado del teléfono. 

—Te dejo, el profesor Barton acaba de entrar —respondió con emoción en la voz. Colgó inmediatamente y guardó el teléfono en su bolso.

Era Nochebuena. Tras haberse atiborrado con los exquisitos platos de mamá Harkness había salido para tomar las calles de Londres con "sus chicas". Eran el mismo grupo desde que contaban con los quince años. Seis chicas en total. Juno la acompañaba, el resto no había hecho acto de presencia aún. Por muy unido que estuviese el grupo siempre había mayor afinidad entre unos u otros. En el caso de Kenna era Juno, una chica algo más alta que ella con piernas como torres, una figura que envidiaban la mayoría de chicas de su edad y un rostro pintado por ángeles. Sus ojos pardos destacaban gracias a su cabello rubio platino, obviamente tintado. La mayoría de hombres tomaban a Juno como una Barbie. Se equivocaban. Era sumamente inteligente, estudiaba Ciencias Ambientales con notas altísimas y devoraba todo libro que le pusieses por delante. No solo era una de las mejores amigas de Kenna por tener gustos parecidos, también por tener afinidades laborales: Kenna quería especializarse en Derecho Medioambiental.

—¿Con quién hablabas? —preguntó la futura ambientóloga.

—Nada, con Víctor —dijo sin darle mucha importancia. Juno conocía al chico de haber coincidido varias veces en el piso, de él sabía lo mínimo. Kenna la cogió del brazo con fuerza desmesurada por la emoción—. Mira, mira, ¿ves a ese que está en la barra? ¿El alto con barba rojiza?

—Ahá... —Notó el pellizco de la castaña en el brazo— ¡Auch! Que duele.

—Lo siento, lo siento —se disculpó—. Es mi profesor de Derecho Penal —dijo emocionada. Juno frunció el ceño.

—¿El sugar daddy? —Parpadeó impresionada. Se imaginaba al docente más entrado en años.

—No es tan viejo —replicó—. Tiene treinta y ocho años. Es simplemente... —Hizo una pausa. Barton se había percatado de que su alumna lo miraba y le guiñó un ojo—... Perfecto. Voy a hablarle.

—Eh, eh, espera. —La platinada la retuvo por el brazo. La miró a los ojos. Kenna tenía la misma mirada decidida que lucía cuando iba a cazar al chico de turno—. Conozco esa mirada, y no, no vas a hacerlo. —Kenna hizo un puchero.

—Venga... ¿Qué puede salir mal por hablarle?

—Que no lo vas a hacer. —Juno abrió su bolso y sacó su monedero—. No sin antes tomarte una copa para que se te quite el miedo. —Sonrió ampliamente.

No era la primera vez que tenían esa conversación "madre-hija" que siempre acababa igual. Juno era el ancla de Kenna. La última siempre estaba en las nubes, y la primera se encargaba de que volviese a pisar la tierra. Juno fue hasta la barra luciendo con gracia su vestido rojo entubado. Parecía hecho a medida, se adaptaba a sus caderas a la perfección. Kenna la siguió. Su vestido era muy parecido, color blanco, algo más suelto.

—Un Cosmopolitan —dijeron al unísono. Se miraron y rieron por ello. El camarero hizo los cócteles que sirvió en dos copas. Pagaron las bebidas y le dieron el primer sorbo. Delicioso. No había ningún otro lugar en todo Londres que hiciese unos Cosmopolitan tan buenos. A esa copa le siguió una segunda de Manhattan y una tercera de Daiquiri.

—Creo que ya voy preparada para hablarle... —murmuró la castaña dando un paso que quedó en un traspiés. Juno se echó a reír.

—Pero mírate, ¡vas a formar un espectáculo con los tacones!

—Que no, eso ha sido la hija de puta que estaba detrás, que me ha empujado. Voy bien.

—Bueno... —Sonrió de oreja a oreja—. ¡A por él, leona! —Abrió la boca imitando al león de la Metro Golden Meyer. Con el alcohol a modo de inhibidor de la vergüenza, abandonó a su amiga y fue junto al profesor. No iba borracha: sabía en todo momento lo que hacía y pensaba. Solo estaba algo risueña, digámoslo así. Le costó dos minutos encontrarlo y esquivar a un borracho que le dijo literalmente "enséñame las tetas". Se deshizo de él con un golpe en la entrepierna.

Tú antes volabas. [LEER DESCRIPCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora