I'm not myself tonight.

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Víctor salió de su cuarto dispuesto a irse al garito en el que había quedado con sus compañeros. Tardó literalmente quince minutos en escoger la ropa adecuada: o iba muy formal o parecía que se iba de excursión al campo. Kenna tuvo que intervenir: tejanos, camiseta negra y cazadora azul oscuro con chapas en las solapas, regalo de Kenna que jamás se había puesto. 

—Vamos, me veo ridículo con esta ropa. Parezco Danny Zuko. 

—Ya quisieras ser como él —sonrió—. ¿Me dejas peinarte también? 

—Venga, por qué no —dijo sarcástico. La ironía de Víctor fue ignorada por Kenna, quien fue a por el peine y el gel fijador. Entre gruñidos consiguió peinarle los cabellos negros.

—Me siento como un maniquí —gruñó.

—Siempre quise usarte como tal. Y para una vez que me dejas... —respondió pasando el peina una última vez—. Además, si no te arreglas para ver al novio, al menos hazlo para ver a los amigos. 

—¡Oye! 

—Pero si es verdad. Cuando quedas con Bryan siempre vas hecho un adefesio, podrías ponerte guapo para él, seguro que le gusta.

—Ya lo haré —murmuró a regañadientes. No era una persona que se preocupase mucho por su imagen, vestía lo que veía oportuno y cuando lo veía oportuno, punto. Parpadeó un par de veces—. Espera, ¿se te he quejado de mi forma de vestir?

—No, señor paranoico. No me ha dicho nada, era solo una observación. Chico, ¿por qué estás tan a la defensiva? 

—Por culpa de Kit. Me ha propuesto maratón de videojuegos, me negué y como siempre se alteró —suspiró acariciándose el puente de la nariz—. Me agota. Solo necesito calmarme un poco y se me pasará. 

—Ay... parecéis niños pequeños a veces. —Con un roce de dedos en el mentón le hizo levantar el rosto—. Guapísimo. —Le besó en la mejilla. Lo acompañó hasta la puerta del piso—. ¿Llevas dinero?

—Sí.

—¿Y batería en el móvil?

—Ajá.

—Y no vengas tarde, que ha saber lo que te puedes encontrar al doblar una esquina.

—¿Estas preguntas las estás haciendo adrede? —Ella sonrió de oreja a oreja.

—Sí —respondió riendo con ganas a continuación. 

El Blue Moon era el antro de moda por excelencia de los universitarios londinenses, siempre estaba atestado de gente buscando pasar un buen rato tras cinco días de clases. Ese sábado no iba a ser menos. Víctor y compañía habían tenido la suerte de conseguir una de las pocas mesas que había en el local. Las paredes eran negras decoradas con grafitos de toda índole. Iluminación escasa con pequeños focos en lugares estratégicos. Al fondo del local estaba la enorme barra para servir las copas. Los muchachos y muchachas se agolpaban en la pista de baile moviendo con gracia sus caderas. Y lo que no eran las caderas también.  Martha se sentó llevando la primera tanda de cervezas de la noche, tres botellines abiertos y esperando a ser bebidos. 

—Invita Percy —dijo por encima de la música. Seguía en su línea de vestuario, su atuendo era muy parecido al que solía llevar a clase, sustituyendo la falta y medias por unos pantalones negros con cadenas. Mery era incapaz de pasar desapercibida con su vestido blanco inmaculado y moño alto. Como siempre, parecía recién sacada de los cincuenta. 

—Tenerlo de camarero es un chollo —respondió la otra chica llevando la cerveza a sus labios. Como en clase, Víctor estaba en medio.

—Bonita cazadora, me molan las chapas. ¿Dónde la has comprado? 

Tú antes volabas. [LEER DESCRIPCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora