The heart asks pleasure first.

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Un olor dulzón parecía flotar por toda la facultad la mañana del catorce de febrero. Los enamorados más atrevidos regalaban ramos de flores a sus enamoradas en los pasillos. Mera parafernalia, o eso creía Víctor mientras entraba a clase de Barroco. Si de verdad querías a una persona no hacía falta regalarle un ramo de flores delante de toda la facultad para demostrárselo. Estaba totalmente en contra del consumismo exacerbado que generaba la fecha, aunque ello no quitase que quisiese pasar la tarde con su pareja aunque fuese viendo una simple película, algo que no conseguiría: se quedaba a comer en la universidad e inmediatamente después estaría toda la tarde trabajando junto a Percy, Mery y Martha para terminar un proyecto de Fotografía. Tenían que elegir un tema y fotografiarlo, luego editar las imágenes, montarlas... algo que requería mucho esfuerzo. Sobre todo si lo habías dejado para último momento como ellos. 

—No tengo ganas de hacer el trabajo hoy. —Martha siempre siendo la más perezosa del grupo. Dejó caer la cabeza sobre la mesa. Fuese por el día que era o por otro motivo, había abandonado sus ropas rotas por un vestido negro, pero las botas no hubo quien se las quitase.

—Tenemos que aprovechar que Percy está participativo. —Mery iba como siempre, con sus vestidos sacados de los cincuenta.

—Propuso este día para no llevarme a comer a un sitio romántico —gruñó—, no porque quisiese hacer algo. 

—Si te sirve de consuelo, iba a ver Psicosis y Los Pájaros, no podré hacerlo por el maldito trabajo. —Mery tenía una adicción muy seria con las películas de terror, en especial con la figura de Hitchcock. "De haber nacido en los cincuenta hubiese sido una de sus musas", decía siempre—. ¿Tú no tenías planes con nadie para hoy, Víctor? —El nombrado alzó la cabeza. Desde que se sentó estuvo atento a una redacción a medio hacer.

—Eh... no. —Trabajos a parte, quiso proponerle a Bryan cenar juntos. Éste se negó alegando que estaba en último curso y que, por ende, debía esforzarse mucho. Víctor no tuvo más remedio que aceptarlo, los estudios iban primero. En las últimas semanas había estrechado lazos con ambas chicas, pero aún se callaba su relación. No se avergonzaba de su chico, más bien lo contrario.

—Buenos días. —Kendra Allen entró al aula. De súbito todos callaron. Sin perder mucho tiempo dejó el maletín en la mesa y se aclaró la garganta—. Bien, quisiera felicitarles a todos y todas por ser el día de los enamorados. Independientemente de sus opiniones respecto al día es innegable el gran número de obras en las que Cupido ha sido reflejado. Y sin más dilación comencemos a trabajar. Pero antes, he de explicarles el trabajo que tendrán que exponer de aquí a dos semanas. —Una queja general resonó en la clase. A la rubia poco el importaba. Indicó las pautas a seguir: ella daría un autor del Barroco, el alumno investigaría sobre él, sintetizaría sus obras y biografía para plasmarlas en una presentación para, por último, exponerla ante todos sus compañeros. Pasó lista diciendo a continuación el autor correspondiente—. Aran, Martha Elisabeth; Aleijadinho.

—Aquí —dijo de mala gana la nombrada. No solo tenía que realizar trabajos esa tarde, sino además otro más sobre un autor que personalmente no le llamaba la atención. La profesora continuó hasta llegar a la letra C.

—Collingwood, Víctor Gabriel; Francisco Salzillo. 

—Presente —respondió el nombrado. Miró los ojos de su profesora. Lo estaba retando a demostrar si verdaderamente conocía tan bien el autor como aparentó el primer día de clase. Aceptó el reto; haría el mejor trabajo que estuviese en su mano. Mery cruzó los dedos rogando interiormente que le tocase Rubens o Caravaggio, sus favoritos. 

—Prescott, Marie Eve; Anton van Dyck. —Mery dejó caer la cabeza sobre la mesa. No era ninguno de los autores que ella quería, pero al menos le gustaban sus retratos. 

Tú antes volabas. [LEER DESCRIPCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora