Kenna se llevó la taza a los labios. El café humeante le abrasó la garganta al bajar. Las cafeterías y su costumbre de hacer el café a una temperatura superior a la resistencia humana. Dejó la taza sobre su pequeño plato y alzó la mirada hacia su hermano. Dos semanas habían pasado desde que se fue de casa. El mes de febrero ya había entrado en el calendario. Ni una llamada, ni una carta, nada durante esos días hasta que, finalmente, la tarde anterior el mayor de los hermanos cedió a telefonear. Kit no removía el líquido negro sin cesar usando la cucharilla. Ya llevaban diez minutos de silencio.
—Si no vas a hablar me marcho —dijo finalmente la menor—. He quedado después. —No mentía. Se notaba en su ropa algo más decente que la de diario. Barton la esperaba en casa de éste.
—No sé por dónde empezar, Kenna.
—Empieza por el principio. —Lo miró. Él ni se atrevía a mirarla a los ojos—. Me voy —anunció.
—Espera. —Alzó la mirada, conectando los ojos de ambos por primera vez. No dejaba de retorcerse las manos con algo de nerviosismo—. Yo... bueno... tú sabes que en realidad yo... —balbuceó. La menor se acarició la sen con cara cansada.
—La historia de siempre. "Yo no, tú sabes que yo nunca...". Me agotas, Kit. Nunca has sabido afrontar los problemas. —Ante la realidad no le quedó al otro mas que agachar la cabeza. A los pocos segundos habló sin levantarla.
—¿Cómo está Víctor?
—Físicamente, bien. Anímicamente es otra historia. —K levantó la cabeza sin terminar de entender. Ni se había peinado, toda la maraña de rizos le caía sobre los ojos—. No le duele la herida, le duele lo que hiciste. Se siente decepcionado contigo, no se esperaba eso de ti. —Dio un nuevo sorbo a la bebida. Seguía igual de endiabladamente caliente.
—Sabes que nunca quise hacerle daño.
—Qué mal lo demuestras. Comprendo mejor de lo que crees lo que sientes hacia él. Sí, eso que te empeñas en ocultar. —Agachó un poco el cuerpo para estar más cerca de su hermano—. Hay otras formas de hacer las cosas. Lo mejor que has hecho ha sido irte de la casa.
—Te llamé buscando apoyo, pero ya veo que prefieres a Bryan antes que a tu propio hermano —susurró dolido. Eso molestó realmente a la chica. Apretó los puños conteniéndose para no golpearlo.
—Si de verdad prefiriese a Bryan antes que a ti no estaría aquí hablando contigo ni hubiese impedido que te denunciase. —La miró incrédulo—. Sí, iba a denunciarte y moví cielo y tierra para que no lo hiciese. Así que en deberías estarme agradecido en lugar de decirme esas cosas.
—Gracias —musitó con un hilo de voz.
—No quiero las gracias, quiero que cambies. —Lo cogió de las manos—. Mírame. —Cuando así lo hizo siguió hablando—. Eres mi hermano, y te quiero, pero debes comprender que no te has comportado correctamente. Tú lo estás pasando mal, pero imagina yo que estoy en medio. No es agradable ver como tu hermano hiere a tu mejor amigo. Te has quedado solo, y te lo mereces por ser un inmaduro. —Soltó las manos de su hermano y se levantó precipitadamente. A pesar de la cortina de rizos pudo verle los ojos humedecidos. Parpadeó muy lentamente—. Si alguna vez necesitas... hablar o cualquier cosa, puedes llamarme. Sabes que sigues contando conmigo pase lo que pase. —Se arrepintió casi al instante de decirle que estaba solo y que, además, se lo merecía. Sacó un billete para pagar los cafés que dejó encima de la mesa y se fue.
Se sentía mareada, confusa, desorientada. No sabía ni qué hacer o decir, tenía la sensación de que mover un sólo de dedo lo fastidiaría todo aún más. Estaba en medio; entre su mejor amigo y su hermano. Su raciocinio señalaba con dedo acusador a Kit como culpable innegable. mas su corazón le impedía ser excesivamente cruel con él. Y si lo era, como le acababa de ocurrir, se arrepentía de inmediato. Se le hacía muy difícil seguir viendo a su hermano como el sonriente chico de siempre, ese chico que la dejaba ganar al fútbol o videojuegos, que cedía parte de su cama de niños cuando tenía una pesadilla, ese mismo chico que en el instituto había sido expulsado por defenderla de un matón o cuando se orinaba en la cama cargaba con las culpas y la bronca. Kit era su hermano y lo quería, ni todas las maldades del mundo cambiarían eso.
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Tú antes volabas. [LEER DESCRIPCIÓN]
RomanceVíctor Collingwood es un chico de veinte años. Pocos conocen su pasado, y menos personas aún saben por qué se escuda en la soledad casi absoluta, por qué tiene miedo a relacionarse con las personas. Hasta que un día, apareció él. ACTUALIZACIÓN [2022...