Happy B-day, Kenna!

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Doiras, Asturias, España, a 23 de mayo.

Hola, hermana. ¡Feliz cumpleaños! ¿Creías que me olvidaría como siempre? Te equivocas, lo tengo marcado en el calendario, el día veinticinco en rojo. Te lo digo por carta porque es algo mucho más personal, además de que puedo mandarte el regalo. Espero de todo corazón que te guste la pulsera. No sabía bien que regalarte, creo que he acertado con la pulsera, así recordaras a tu hermano todos los días. Si te mando la carta dos días antes para que esté en Inglaterra a tiempo.

¿Cómo te va en los estudios? La recta final es ahora, debes esforzarte para ser esa abogada defensora de la mujer y del medio ambiente con la que tanto sueñas. ¿Y Víctor, cómo está? Espero que bien. Le envié varios mensajes de texto y no me respondió. Me decepcionó bastante eso. No volví a hablarle creyendo que tenía un mal día que ya me respondería más tarde, pero no lo ha hecho. Supuestamente me perdonó. Sus motivos tendrá para rechazarme de esa forma.

Esta semana he conseguido trabajo. Asturias me encanta, me recuerda un tanto a Londres por el clima húmedo. Lo que no me gusta tanto es el trabajo que he encontrado: de mozo en una granja. Cuando vine a España pensaba que encontraría trabajo como traductor o algo relacionado con la literatura. Apuntaba demasiado alto. Estoy en un trabajo limpiando la mierda de las vacas por una miseria. Lo odio con todo mi ser, pero el dinero es el dinero, y me he enamorado demasiado de España como para abandonarla tan pronto. Aguantaré lo que pueda, pero ya me conoces, sabes que tengo poca paciencia.

Respecto a lo demás, estoy bien. Siento que he crecido como persona en mi paso por Roma y Viena. He conocido a gente nueva, he visto otras perspectivas a temas que creía inamovibles. También he reflexionado sobre Bryan. Me he dado cuenta de que no se interpuso entre Víctor y yo, sólo ha conseguido ser lo que yo no pude: un apoyo para Víctor, alguien que le diese la estabilidad y la confianza que yo no le brindaba.

Disfruta de tus veintiún años recién cumplidos. Estoy orgulloso de ser tu hermano. Espero que la próxima carta que te escriba o que hablemos por teléfono tenga buenas noticias. Estoy muy desanimado con la granja. No sólo no me gusta, sino que los capataces me tratan peor que a los animales por ser extranjero. Lo que tengo que tragar en Asturias no lo sabe nadie. Estoy totalmente hundido en la mierda, pero literalmente. No consigo que el olor a vaca se quite de la ropa. Te quiero, Kenna.

Besos, Christopher 'Kit' Evan Harkness.

Kenna, emocionada cual niña, dobló la carta. Su hermano mayor supo cómo llegarle al corazón con unas simples líneas escritas. La pulsera la llevaría siempre en su muñeca: una simple cadena de plata con una pequeña placa del mismo material que rezaba "Kenna". En ese momento se dio cuenta de las ganas que tenía de abrazarlo hasta que sus músculos voluminosos estallasen. Si al menos estuviese en Inglaterra se molestaría en hacer algo por su cumpleaños, pero no tenía el cuerpo de jota. Se conformaría con la tarta que Víctor le había preparado, la cual probó aunque supuestamente no debiese, y con los tacones de Alexander McQueen que le había regalado.

Suspiró pegando el papel a su pecho. La entristecía un tanto leer que a su hermano no le iban tan bien las cosas como esperaba. Todo podía mejorar. Seguro que la próxima vez que tuviese noticias de él le contaría que su suerte había cambiado. La estudiante de abogacía se sintió mareada. Llevaba varios días con náuseas y vómitos. La idea de que fuese causado por un kebap grasiento se descartó al ver que pasados dos días seguía igual. Lo curioso es que las náuseas se concentraban al despertar.

Víctor la tenía en cama casi por obligación. Siempre había sido ella quien cuidaba al moreno, ya era hora de que fuese al revés. Le hacía casi todos los días caldos para que su estómago se asentase sin mucho éxito. Releyó mentalmente la carta. Era raro, Víctor le preguntaba casi todos los días por él y sus andanzas por España, no cuadraba con lo que le relataba su hermano. Se levantó de la cama y salió al salón. Como siempre se encontró a su compañero de piso junto a su pareja. La diferencia era que él estaba leyendo la Divina Comedia por capricho mientras Bryan estaba en la mesa haciendo trabajos. Era la única manera de pasar algo de tiempo juntos, según ellos, aunque a los ojos de ella parecía una bobada si cada uno estaba a lo suyo.

Tú antes volabas. [LEER DESCRIPCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora