Dawn.

3.2K 94 6
                                    

Octubre había entrado en juego demasiado pronto. Aún el aire de septiembre envolvía a los alumnos que, tras varias semanas de clases, se resistían a creen en el fin de sus vacaciones veraniegas. Otros, sin embargo, habían decidido dejarse vencer por la realidad y aplicarse en sus estudios, casos casi fortuitos. Bryan miraba el horizonte a través de la ventana. Un haz de rayos dorados bañaba su cuerpo sentado en una silla. En esos momentos estaba inmerso en un océano de pensamientos, ignoraba completamente al chico que tenía a su zurda, rellenando un folio con letra pulcra. La tarde iba dejando paso a la noche.


La punta del útil escriturario dejaba trazos rectos, curvos, dando forma a las palabras. Víctor siempre había tenido notas medianamente buenas a lo largo de su vida estudiantil, mas en la universidad alguna que otra asignatura se le resistía, como Paisaje y Territorio o Iconografía. Para esas asignaturas, contaba con la ayuda de Bryan desde hacía dos años. No era como el resto de alumnos que lo dejaban todo para el último momento, prefería dar clases todas las semanas y llevar el temario al día. Por estudioso no suspendería, desde luego. Bryan era un estudiante de Historia del Arte, al igual que Víctor, salvo que estaba un curso por encima. Se conocieron por el típico anuncio de tablón en los pasillos, donde Bryan se ofrecía para sacarse un dinero extra con la humilde profesión de profesor particular. La sala acondicionada a tal efecto era pequeña, rectangular, una mesa con dos sillas y una estantería dónde los apuntes y libros estudiantiles de Bryan se cubrían de polvo.


El alumno concienciado en la descripción de un icono desconocía que precisamente el profesor estaba pensando en él. Era extraño, Bryan tenía varios alumnos y de alguna manera u otra siempre habían establecido una relación cordial, una base de confianza, menos con Víctor. El ojeroso siempre estaba tras un escudo de timidez tachonado de silencio. Más de una vez le entró duda por la delgadez que se intuía bajo la ropa de su alumno, por esas orejas violáceas que siempre lucía, su aspecto enfermizo era digno de una musa del Romanticismo.


̶ Terminé.


̶ ¿Ah? –Tan absorto estaba que no pudo evitar sobresaltarse ligeramente—. Deja que le eche un vistazo. –Alcanzó el folio que le ofrecía su alumno. No se detuvo mucho en la corrección, hasta que vio algunos fallos. Con un bolígrafo de color rojo rodeó los errores. Se sentía realmente como un auténtico profesor cuando hacía esas cosas—. Debes  tener más cuidado con los despistes.


—Sí. —contestó sin mostrar emoción alguna. Miró su reloj, la hora programa había acabado—.  Ya es hora de irme. —Tan distante como en los dos últimos años. Víctor comenzó a guardar sus cosas en la mochila.


—Entonces nos vemos la semana que viene. —El alumno se limitó a asentir mientras cerraba la cremallera. Entonces, el profesor hizo algo que tenía en mente desde hacía tiempo. Era la curiosidad quien lo empujaba a ello, el misterio del silencio que rodeaba a Víctor hacía el resto—. Oye... ¿Te apetece quedar este sábado? Ya sabes, para tomar un café... O algo. No sé. —Como  acompañante, una sonrisa ligeramente tímida. Vamos, no tenía ninguna intención oculta con esa proposición más allá de conocer un poco a su alumno, ¿Qué sabía de él? Nada, salvo su nombre y que compartía un piso de estudiantes, información muy escasa para conocerse desde hacía dos años. Víctor tenía la vista clavada en su mochila, aún sobre la mesa. Levantó la mirada con lentitud hasta conectarla con la de Bryan, en silencio, algo que ponía ligeramente nervioso a éste último. Su mirada inexpresiva, perdida, velada por un mechón de flequillo rebelde que caía como un velo sobre sus orbes marones, con toques de cansancio y falta de sueño en ellos ¿Por qué dilatar tanto la respuesta? Si le iba a dar un no, cuanto antes mejor, ese silencio incómodo era innecesario.

Tú antes volabas. [LEER DESCRIPCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora