Víctor jugueteaba con el tenedor en su plato, moviendo los guisantes hacia un lado u otro. No se atrevía a levantar la vista por quien tenía enfrente: Frida Barker, anfitriona, dueña de la casa en la que pasaría unos días por cabezonería de Bryan. Kenna y Kit marcharon a pasar unos días con la familia, algo típico de las fechas navideñas, dejando solo a Víctor. Bryan no permitió aquello, insistió e insistió hasta que finalmente Víctor accedió a dormir en su casa esos días.
Y ahí estaba el moreno, cenando pavo en Nochebuena con su... ¿Suegra? Mirándolo con el gesto poco amigable y su... ¿Novio? A la derecha, sonriente de poder cenar con él en una fecha tan señalada en el calendario. El invitado se sentía bajo fuego enemigo por el comportamiento de la mujer, lo incomodaba que lo mirase de esa manera, incluso como si sobrase. Claro que sobraba, debía haberse quedado en su piso cenando fideos chinos con una buena película de terror.
La poca hambre que tenía se esfumaba por momentos, su plato seguía intacto mientras los otros se vaciaban a buen ritmo. Más por quedar bien que por otra cosa empezó a comer. Al menos la carne estaba rica y tierna.
—Parece que tienes poca hambre —intervino Frida para romper el silencio que había entre los tres. Víctor pensó que el padre de Bryan estaría en la cena, pensamiento que se esfumó al ver tan solo tres cubiertos—. ¿Tan mal cocino?
—Mamá, por favor... —Al moreno se le atragantó la carne, un trago de agua ayudó a que bajase finalmente—. Te dije que tenía problemas con la comida... —Bryan siempre haciendo de ángel custodio.
—No sé, como no ha probado la comida pensé que no le gusta —añadió mirando fijamente a su invitado, buscando una respuesta de él, no de su hijo. La mujer iba bastante guapa con un vestido negro, sobrio a la par que elegante, de generoso escote, con mangas de encaje. El cabello lo llevaba recogido atrás con un broche plateado. El peinado realmente le hacía una frente bastante ancha. De sus orejas colgaban unos pendientes plateados, presumiblemente parecidos al broche.
—No se preocupe señora Barker, el pavo está muy rico. —Por muy verdad que fuese, seguía sin tener hambre. La casa estaba decorada escuetamente: el tradicional abeto con bolas de colores y estrella en la copa, luces de colores, alguna guirnalda por los muebles. Los Barker no se habían esforzado precisamente mucho en la decoración. A Víctor le gustaba de todas formas, era la primera vez en tres años que cenaba pavo con un abeto al lado en navidad.
—Me he pasado horas en la cocina, claro que está bueno. Pero si no te gusta dilo. —Bebió vino de su copa. Parecía que su único propósito era fastidiarle la cena, y recordarle que no formaba parte de la familia con sus miradas.
—Ya está bien, madre.
—Si no estoy haciendo nada...
Víctor empezó a atacar su porción de ave hasta que, finalmente, terminó con ella. Lo hizo solo por complacer a la señora, para que lo dejase en paz de una vez por todas. Miró su vientre hinchado bajo la camisa blanca. No había comido en exceso, pero sí mucho para lo que estaba acostumbrado. Frida le había puesto una porción bien grande en el plato. Por ser la noche que era, se había arreglado, con sus cabellos peinados hacia atrás y una graciosa pajarita negra al cuello.
—Creo que esto demuestra que estaba rico —murmuró antes de limpiarse la boca con la servilleta.
—¿Ves? Si al final le ha gustado y todo —dijo Frida tras una carcajada—. ¿Quieres más?
—No, no, estoy lleno, gracias. —Miró al castaño, con el ceño algo fruncido. No estaba contento por el comportamiento de su madre.
Terminaron de cenar, recogieron entre todos las cosas al igual que limpiaron los cacharros. Víctor se carcajeó cuando la camisa de Bryan, de azul marino, se manchó de salsa al llevar los platos a la cocina, una camisa "muy cara" según le había comentado antes de cenar. Después de cambiarse, Bryan pretendió ver la televisión los tres juntos, algo que Víctor no aceptó pues no le apetecía soportar las miradas de la señora otra vez. Se excusó con el cansancio, yendo directamente a su habitación. Leer un libro en español que tenía a la mitad le parecía más interesante, La Sombra del Viento se llamaba.
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Tú antes volabas. [LEER DESCRIPCIÓN]
Roman d'amourVíctor Collingwood es un chico de veinte años. Pocos conocen su pasado, y menos personas aún saben por qué se escuda en la soledad casi absoluta, por qué tiene miedo a relacionarse con las personas. Hasta que un día, apareció él. ACTUALIZACIÓN [2022...