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Sarah.
— Estás pálida. Ven conmigo.
Ivar me tomó del brazo y me guio a una habitación. Estaba oscura, y la única luz era la natural que expulsaba la luna. Aún sentía mi cabeza dando vueltas, y un feo sentimiento en mi pecho.
Todo se había juntado para vencerme, para hacerme caer, y lo estaban logrando. Quería creer que todo era una coincidencia, pero sabía que era imposible que fuera simplemente eso.
Ivar. Él lo sabía. Esa era la razón de su regreso. Y tenía miedo. Tenía miedo porque no estaba lista para enfrentar mis acciones, ni las acciones de mi padre. Tenía miedo porque todo se me iría encima, y ya no quería cargar con tanto.
— Bebé agua.
Le hice caso a Ivar y tomé de la botella que me ofrecía. Estaba fresca, y se sintió bien al bajar por mi garganta. Mire sus ojos y los encontré bañados de preocupación, una que no sabía si era real o fingida, pero mostraba que le importaba, aunque fuera un poco.
Esa era una de las razones por las que no quería una pareja sentimental en mi vida. Mi vida estaba de cabezas, y aunque pareciera estar bien, siempre dependía de un hilo para arruinar todo. Yo nunca iba a ser feliz, porque la desgracia siempre estaba ahí, esperándome, o cazándome.
— Ivar.
Vi sus ojos resplandecer por el brillo de la luna. No quería preguntar, pero tenía que hacerlo. Tenía que matar las mil dudas que estaban abordándome.
— ¿Puedes ser sincero conmigo?
Su cuerpo se tensó, como quien ocultara miles de secretos, y eso fue lo suficiente para retroceder en lo que fuera que estaba sintiendo. Respire profundo dos veces y me gire a la ventana. La casa de su madre tenía una buena vista, el jardín era uno de los más hermosos que había visto, y más allá del jardín, se podía apreciar un lago artificial.
Estábamos en el lateral izquierdo de su casa, y al parecer, era su habitación.
— ¿Qué quieres saber?
Inspire y volví a girarme para verlo a los ojos. Está era una conversación que requería contacto visual, para saber la viabilidad de la información.
Sus ojos marrones solo expresaban preocupación, y nada más.
— Lo que te pregunté— dije al mismo tiempo que pasaba mis manos por mi cabello—. Quiero saber si puedes ser sincero conmigo.
En el fondo, quería que me respondiera que si, aunque fuera mentira.
— Si puedo.
Su respuesta fue corta, pero se escuchaba con tanta convicción, que nuevamente, me hizo durar de mi misma. No sabía lo que me pasaba con Ivar, pero iba a continuar a su lado, hasta obtener los terrenos y todo lo que había dentro. Juraba que iba a quemar todo, porque si algo se sabía, tendría que largarme de Londres, y estar muerta para el mundo. O lo peor, tendría que ir a prisión por el resto de mi vida, porque mi padre ya no se haría cargo de nada.
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El Juego de Sarah
RomanceEn la guerra y en el amor todo se valía. Y yo, simplemente mentiría sobre el amor en una guerra.