Ladron.

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Sarah

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Sarah.

Cuando abrí los ojos, lo vi a mi lado.

Había dormido con Ivar. Había dormido con el hombre que se suponía era mi rival, y no me sentí incómoda en ningún momento, al contrario, dormí plácidamente, con sus brazos rodeándome. Pero al abrir los ojos, era hora de despertar de ese falso cuento.

Después de lo que me contó, ninguno dijo nada más. Solo nos mantuvimos abrazados, hasta que escuché su respiración calmada, y se había dormido en mis brazos. Intente moverlo, pero luego de muchos intentos fallidos, me negué a seguir haciéndolo. Dormía tan tranquilo; que no quise alterar nada, y simplemente lo deje ser, aunque ahora, me robara una tercera cosa.

Yo nunca había dormido con un hombre. Cuando dormía con César, siempre era en camas diferentes, y muy pocas veces. Solo cuando era estrictamente necesario, e Ivar se había robado esa primera vez de dormir con alguien, así como se había robado mis primeros besos, y el título de ser mi primer novio; cuando realmente no lo éramos.

No sabía a dónde íbamos a llegar con todo eso. Pero sabía que no era muy lejos, nuestras vidas estaban rodeadas de mentiras, secretos, y ambición. Ambos teníamos nuestro propio juego, y si no nos éramos sinceros del todo, cosa que no haríamos, no llegaríamos a nada importante.

¿Quería llegar a algo importante? Ignore la pregunta porque no tenía una respuesta.

Esos momentos que estábamos compartiendo eran pasajeros, eufemismos, y nada más.

Con la conversación de ayer, Ivar me había demostrado que era más que mi rival, era mi enemigo. Ya no se trataba de los terrenos solamente, Ivar buscaba más, exactamente lo que yo buscaba. Y sabía que caeríamos en picada si continuábamos con los juegos, pero no quería detenernos.

Me moví sin hacer mucho ruido y revisé mi celular. Eran las 10 de la mañana, y cuando me gire para volver a ver a Ivar, la luz del sol me molestó en los ojos. Los rayos del sol se acomodaban en su rostro haciéndolo lucir como una deidad. No sé que me impulsó, pero entré a la cámara en mi teléfono y le tomo una foto.

A pesar de estar dormido, lucía poderoso. Un hombre que sabía lo que quería, y sabía cómo obtenerlo. Eso era lo que me demostraba Ivar, y era la impresión que causaba. Sonreí y me levante de la cama, camine como un fantasma, como una persona que tenía miedo de ser vista y me dirigí al baño.

Cuando entré, pude respirar tranquila. Eso estaba mal. Yo quería conquistarlo, pero no quería caer en el proceso, tenía que hacerlo solo con él, y no permitir que él lo hiciera conmigo, porque fuera un juego o no, eso era lo que él quería.

Tenía que adelantar mi plan, conseguir los terrenos, acabar con lo que había dentro y fingir que no había pasado nada. Solo necesitaba tiempo, y eso estaba en contra.

Mi celular tenía un montón de llamadas perdidas de César. Le envié un mensaje preguntándole qué pasaba, y como no hubo respuesta inmediata, cerré la puerta del baño con seguro y me di una ducha rápida. El agua alejó el cansancio, y trajo la lucidez a colación. Tenía que salir de esa casa sin ser vista, y eso lucia como algo imposible.

El Juego de SarahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora