Al final, me vuelvo loca.

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***

-Esto... Muchas gracias por acompañarme, Fede.

-Un placer.- Dijo mirando directamente a Marcos en vez de a mí.

Nos quedamos los tres en la puerta sin decir nada, hasta que reaccione para cortar la tensión que había entre nosotros, o alguno iba a salir herido de allí.

-Buenas noches.- Dije, y apartando a Marcos entre en casa directamente, dejando a Fede en la puerta, con dos palmos de boca hasta el suelo.

Solté el bolso y me quité los zapatos. Cuando le dije a Fede que me dolían los pies no era solo una excusa para largarme de allí, lo decía en serio. Cuál fue mi sorpresa cuando entre en el comedor, que había una mesa preparada para dos, sin que le faltase ningún detalle: Servilletas de tela, copas, cubiertos de plata, una gran fuente en el centro... Me acerqué a la fuente para ver que contenía. Pasta a la carbonara, mi favorita, y olía realmente bien.

-Ya está frio. No merece la pena.- Dijo Marcos, observándome desde la puerta.

-Tiene buena pinta.- Dije yo, sintiéndome mal de repente.

-Bueno, tenía. Frio no creo que esté muy bueno.- Dijo muy serio.

-¿Y a qué viene todo esto?- No era ninguna fecha importante, ni había nada que celebrar, ¿no?

-Bueno...- Dijo sentándose en el sofá.- era una sorpresa. Pero al final la sorpresa me la he llevado yo. Bonita rosa, por cierto.

-¿Una sorpresa por qué?- Dije y me acerqué a su lado.- Marcos, me cabreaste muchísimo.

-¿Y por eso te vas con el rubiales ese? ¿Porque te cabreaste conmigo?

-Porque no quería encerrarme en casa a ver la vida pasar mientras tú estás por ahí viviendo la tuya. Por eso me fui. ¿No te das cuenta? Tengo que vivir. Mi vida no puede girar en torno a ti. Quiero que asciendas, que consigas lo que te propongas, pero no a costa de mi vida. Puedo llegar a entender que ahora tengas menos tiempo para mí, que tienes una vida más ajetreada, y que tengamos que organizarnos mejor, pero no me pidas que deje mi vida atrás. Soy joven, y tengo derecho a salir, y más cuando me dejas tirada después de prometerme que ibas a estar conmigo.

-¿Y no puedes quedar con tus amigas, tienes que quedar con ese tío? Es que no te entiendo, de verdad. Hace dos semanas lo odiabas a muerte, y ahora te vas con él por ahí, dejas que te regale rosas, y a saber que más.

-No, porque él ha sido el único que ha estado para mí cuando tu no estuviste. Por eso.

- Eso me ha dolido.- Dijo agachando la cabeza.- Entonces ¿Esto se termina aquí? ¿Es lo que quieres decir?

-¿Qué? ¡No! No sé de donde te sacas eso. Y siento si te ha dolido. Pero es la verdad. Me he sentido fatal, y tú no puedes hacerte una idea. No sabes lo que se siente cuando la persona que más quieres te da largas una, y otra, y otra vez, porque tiene cosas más importantes que hacer. Siento que no me das la importancia que me merezco, que ni siquiera te das cuenta ni te pones en mi lugar. Es bastante... frustrante. Y siento que si tú no te vas a preocupar por esto, quizá no merezca la pena seguir luchando.

-Bea, sabes que no lo he hecho a posta...No sé, no sabía que te sentías así. Yo también te he echado de menos, mucho. Aunque no te lo creas. Claro que eres importante para mí, y no quiero dejar de luchar, no soy así, lucho por lo que merece la pena, y tú la mereces. Sigamos luchando los dos, por favor. Solo no me gusta verte con ese tío. Le gustas, la forma en la que te mira la conozco bien, es la misma en la que te miro yo.

-No vayas por ahí Marcos. Es solo un amigo, por Dios. Y por mucho que él quiera, yo no quiero. Deja eso correr. Y cambiando de tema. Yo siempre estoy dispuesta a luchar, después de todo sigo aquí, ¿no?

-Si.- Dijo cogiéndome la mano y dándome un beso.- No se por qué, y sé que no me lo merezco, pero le doy gracias a Dios por que los cabrones como yo tengamos este tipo de suerte.

-No seas subnormal. A mí me gustan las causas perdidas como tú.

-Gracias, supongo.- Dijo sonriendo.- ¿Quieres cenar? Creo que la pasta recalentada no esta tan mal. Y tira esa rosa por favor.

- Vale.- Dije levantándome.- Tengo hambre.

Me acomodé en la silla mientras Marcos hacía de camarero. Cenamos como si nada hubiera pasado, hablando de todo lo que había pasado mientras habíamos estado ocupados (más el que yo, para ser honestos). Cuando terminamos la cena, Marcos se dedicó a recoger la mesa, y cuando fui a ayudarlo, me lo prohibió tajantemente. Así que lo esperé a que terminara.

Cuando volvió al comedor, se vino directamente a mí, e hincando la rodilla en el suelo me cogió la mano.

-Dime que no es lo que pienso, por favor...- Le dije casi sin voz.

-No es lo que piensas.-Dijo sonriéndome.- Me ha parecido divertido hacer eso así. Bea, he estado pensando, aunque no te lo creas, como hacer para poder compaginarnos, para no tener que echarnos de menos más de lo necesario. Y la única solución que he encontrado es esta.- Se metió la mano en el bolsillo, y abriendo la mía, dejó caer dentro de ella un juego de llaves. Lo miré sin entender nada.- ¿Quieres venirte a vivir conmigo?

-¿Qué?- Dije sin creérmelo.- ¿No es demasiado pronto?

-Bea, nosotros lo hemos hecho todo siempre demasiado pronto. Y me apetece verte despertar todas las mañanas, y ser lo último que vea cuando me acueste. Vale, sé que suena a cliché. Debería haberme escrito algo en la mano.-Dijo nervioso.- Lo que quiero decir es que de esta manera podemos vernos todos los días, y sé que pase lo que pase, y que después de cualquier día de mierda, vas a estar tú en casa, y no hay remedio mejor. Quiero compartir mi vida contigo, y este es el primer paso.

-Uff... no sé qué decir, me has dejado sin palabras.

-Eso es bastante difícil, tratándose de ti. –Dijo riéndose.- Dime algo mujer, que me estoy quedando sin rodilla.

-Ummm. Aunque esto sea una locura, sí, me voy contigo. Qué Dios nos coja confesados.- Dije riéndome.

Marcos se levantó rápidamente y me cogió en brazos. –Mi niña loca, por cosas como estas te quiero. Por seguirme en cualquier ida de olla que se me ocurra.

-Es tu culpa, me estas volviendo loca.- Dije dándole un beso.- Por cierto, ¿Dónde vamos a vivir? ¿Cuando has pensado esto?

-Pues...-Dijo dándome bajándome al suelo y dándome la mano.- Lo pensé esta mañana, y esa era la cosa tan importante que tenía que hacer esta tarde. Quería haberlo hecho de otra forma, pero como eres tan cabezona e impredecible...

-Pues invéntate otra excusa que no me cabree.-Dije pegándole.- Que ibas con tu madre a la compra o yo que sé. Por cierto, ¿Qué ha dicho tu madre?

-Que ya era hora que me independizara. –Dijo riéndose.- Esto merece celebración, ¿no?

-Soy toda suya, señor Pascual.

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Hola hola!

Sé que he tardado mucho, pero hasta hace poco no he terminado los exámenes, y hasta hoy no he encontrado un huequito.

Perdonadme, sé que esto parece la historia interminable, prometo darle cañita a esto.

Si os gusta, votad, y comentadme lo que os haya parecido. Al comentario que más me guste le dedicare el siguiente capítulo. Ya sabéis que esta fic es libre, es decir, que la voy escribiendo tal como me va saliendo, no hay nada planeado de ante mano, así que podéis comentar que os gustaría que pasase, y lo tendré en cuenta.

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MIL BESOOS. OS ADORO.

Promise me the moon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora