-¡Malditas mudanzas!- Dije cerrando otra caja. - Debería haberle pedido a cambio que guardara mis cosas por mí, total, fue idea suya que nos mudaramos, ¿no?.
-Bea, pero si llevas cuatro cajas, hija mía.- Dijo María precintando esta última.
-Además, te estamos ayudando.- Dijo Soraya, sentada en mi cama, limándose las uñas.
-Sí, sobre todo tú.- Dije, mientras miraba a María, que asentía.
-Es que a mí estas cosas no se me dan bien, además, que estoy muy sensible, que no quiero que te vayas.
-Soraya, que me mudo a otra zona, no me vuelvo a Sevilla.- Le contesté.- Además podéis venir cuando queráis.
-Si, como si fuera un duplex en la Moraleja. Es un ático.-Contestó María.
-Si, es un ático con dos sofás preciosos.- Contesté yo.- Yo creo que me echaréis de menos por la comida. Pero os traeré tuppers. No voy a dejar que os muráis de hambre.
-¡Qué simpática!. Amiga, con los vídeos de Facebook podemos hacer maravillas.- Dijo María.
-Si, y engordar tres kilos por día también.- Dije, y nos reímos las tres.
Al día siguiente de que Marcos me propusiera la magnifica idea de irnos a vivir juntos, fuimos a ver el piso. Y digo piso por llamarlo de alguna manera, porque no era más que un ático de unos 50 metros cuadrados. Pero yo lo llamaría acogedor. Teníamos el salón y la cocina unidos, separados por una barra americana, un baño, y una habitación. Lo que nuestro poder adquisitivo nos permitía. Marcos me prometió (porque le encanta prometer) que una vez que empezáramos ambos a ganar algo más nos volveríamos a mudar, pero la verdad es que viendo lo poco que me gusta una mudanza, preferiría no moverme más de sitio en unos años. Tampoco estaba tan mal después de todo.
-¿En serio te vas a llevar el póster de Juego de Tronos? Chica, que te vas a mudar con tu novio.- Me dijo María, sacándome de mis pensamientos.
-Claro que sí, el piensa llevarse todos los que tiene de bandas de rock. Y yo tengo que tener representación en el piso también, ¿no?.
-¡Dí que sí! Reivindica tus derechos.- Dijo Soraya.
-¿De qué derechos habláis?- Dijo Marcos entrando en mi habitación.
-De verdad, ¿esto no es violación de la propiedad privada?- Dijo Soraya, recuperándose del susto que ella sola se había dado.
-¡Dí que sí! Reivindica tus derechos.- Dije yo repitiendo sus palabras y levantando la última caja para sacarla del dormitorio.
-Trae.- Dijo Marcos quitándome la caja.- Pues no es violación de la propiedad privada si tengo llaves.-Dijo, y salió de la habitación sin darle a Soraya la oportunidad de contestar.
-Maldito bastardo.- Le dijo a su espalda.
-¿Quién es un maldito bastardo?- Dijo Lalo, entrando también.
-Lo que yo te diga, cero intimidad. Menos mal que yo me voy.- Dije riéndome. Pero a Soraya le dio igual. Era su novio oficial desde hacía una semana solo porque su madre le había pillado una foto "comprometida" (vamos, dándose un beso) con Lalo en Facebook y no le quedó más remedio que contarle la verdad, y a ella eso de "amigos con derecho" no le convencía, así que sí, Soraya la "odio las etiquetas" acabó etiquetándose. Y la verdad, tampoco parecía irle tan mal después de todo.
-¿Que haces tu aquí?- Dijo la susodicha.
-Pregunta mejor que hacemos todos aquí.- Dijo Alex haciendo acto de presencia.- Marcos nos ha obligado a ayudar.
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Promise me the moon.
Hayran KurguEstaba en Madrid y con sus dos mejores amigas. Había dejado atrás su pueblo y se enfrentaba a una nueva vida. Bea, con 20 años, una desilusión a sus espaldas, con ganas de comerse el mundo, y apasionada de la literatura Inglesa, y obsesa por llevar...