Eramos pocos...

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La semana había sido estresante. Me la había pasado encerrada en la biblioteca entre libros, pasando apuntes como una loca, y sobreviviendo a base del café asqueroso de la máquina, que más que café era agua sucia. Pero por fin era viernes. Y me había prometido a mí misma no mirar la mochila siquiera. Además de que mi querido novio me había preparado un planazo.

Salí de clase y me dirigí a la facultad de biología. Marcos salía de clases media hora más tarde que yo. Así que me senté en un banco a esperarle. Durante toda la semana solo lo había visto en el camino en coche a casa, ya que el me llevaba. Al menos era una ventaja tenerlo en la misma universidad que yo. No me dio tiempo a sentarme en el banco en el que siempre esperaba cuando Marcos apareció.

-Hola, fea.- Dijo mientras me dio un beso.

-Hola, bello- Le dije riéndome. -¿Preparado para nuestro gran viernes?

-Emmm, creo que ha habido un pequeño contratiempo.-Me dijo. Yo puse cara de preocupación- No es nada, es que los chicos han planeado un ensayo, porque hemos estado todos liados por una cosa o por otra, y necesitamos ensayar. Yo he intentado posponerlo pero imposible. Lo siento mucho, de verdad.

-Ah, creía que era algo peor. No te preocupes, que lo entiendo. Quedamos luego y ya.-Le dije sonriéndole. Pues vaya, al final si tendría que abrir la mochila.

-Ese es el problema. Que terminaremos tarde.

-Bueno cariño, no te preocupes, que ya quedamos mañana. Me quedo con las chicas y listo.- Le dije, enseñándole mi sonrisa más genuina. Pero en el fondo me jodía y bastante. Lo había echado de menos mucho durante toda la semana.

Seguimos el camino hacia su coche en silencio. Silencio que Marcos rompió.

-¿Sabes qué?-Me miró

-Emmm, si no me lo cuentas, no.-Le dije.

-Que me niego a pasar un viernes sin ti después de haberte visto dos horas en toda la semana.- Dijo, me hizo casi gracia de lo serio que lo dijo.- Así que te vienes conmigo al ensayo.- Lo miré frunciendo el ceño.- Si quieres claro.- Había pillado la indirecta.

-Claro, me apetece.-Dije sonriéndole.- Puedes decirle a Keko que María venga, así no soy la única chica.  Soraya se va este finde a Sevilla a ver a su novio, así no la dejo sola.

-Me parece buena idea. ¡Qué lista que es mi niña! - Me dijo, mientras se ponía a pegarme pellizcos en la mejilla.

-Para ya, idiota.-Le dije, pegándole puñetazos en el hombro.

-Desde que estoy contigo me siento este brazo como adormecido todo el tiempo. ¿Por qué será?- Me dijo riéndose.

-No lo se, pero seguro que tú tienes la culpa. -Le dije riéndome con él.

De esta guisa seguimos todo el camino. Su humor había cambiado desde que decidió que fuera al ensayo. Era como un niño. Mi niño pequeño.

Me dejó en casa, y me prometió volver a recogerme a las 4 y media. Subí corriendo las escaleras y casi me mato por ellas. Pero tenía dos horas para almorzar y arreglarme. Cuando subí María ya había llegado y me había salvado preparando pasta, que era lo más rápido.

-¿Te ha llamado Keko, no?- Le dije dándole un beso en la mejilla.

-Sííííí- Me dijo irrandiando felicidad.- Así que me voy a la ducha. Come rápida.

-Vale, mamá.- Le dije. Así la llamábamos todas en la facultad cuando estábamos en Sevilla, y al recordarlo me sonrió.

Almorcé rápida y me metí en la ducha. A las cuatro y 27 estaba lista. Esto era un récord. Cuando llegué a la puerta ya estaba Marcos esperándome dentro del coche.

Promise me the moon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora