Rivalidad

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Eran las 11 de la mañana. Y me sentia fatal por dos motivos: Primero, me estaba saltando la primera clase de todo el curso. No es que nunca me hubiera saltado las clases, pero en UCM perderte una clase era una tarde entera buscando entre manuales para poder recuperarla. Y segundo, porque en una hora tenía mi primera entrevista de trabajo, ya que trabajar como niñera o dando clases particulares no contaba como trabajo serio.

Estaba realmente al borde del ataque de nervios. No podía pensar en otra cosa que no fuera en la maldita entrevista. Tan nerviosa estaba que incluso guardé sin querer el azúcar del desayuno en el frigorífico y la leche en la despensa. Saqué toda la ropa que tenía en el armario sin encontrar nada que me gustara para ponerme. No sabía que es lo que se llevaba a una entrevista de trabajo. Acabé sentada en la cama, con toda la ropa por el suelo y llorando.

La puerta de mi habitación se abrió, mostrándome a un Marcos con una sonrisa que menguó en una linea recta.

-Pero mujer, ¿qué te pasa?- Dijo corriendo y sentándose a mi lado.-¿Qué haces así todavía? Que vas a llegar tarde.

-Qué no se que ponerme, que no tengo ropa, que todo va a salir fatal y que me voy a quedar sin trabajo.- Solté todo de carrerilla.

-¿Qué? No.- Me dijo Marcos, limpiándome las lágrimas con los pulgares y sujetándome la cara para que lo mirara a los ojos.- Mírame. Todo va a salir bien. Porque eres la mejor, y lo vas a demostrar. ¿Entendido?.

-Sí.- Le dije, sorbiendo por la nariz.- Pero sigo sin saber que ponerme.

-Eso tiene solución.- Dijo mi novio saliendo de mi habitación. A los pocos minutos entro de nuevo con el móvil en la oreja- Vale Cuqui, yo se lo digo. Sí tranquila. Muchas gracias, hasta luego.- Colgó. - A ver, que dice María que te pongas los vaqueros de Stradivarius, la camisa rosa clara con la americana negra, y los tacones negros.

-¿Has llamado a María? Si estaba en clase.- Le dije sin creermelo.

-¿No pretenderías que eligiera yo no?- Dijo riéndose.- No tengo ni idea de ropa femenina. Así que venga, no me obligues a vestirte.

Me levante de la cama a la vez que el se sentaba en ella y miraba divertido como yo me ponía buscar como loca en el caos que había organizado con la ropa. Me vestí bajo la atenta mirada de Marcos, el que no se privó de darme un cachete en el culo cuando me quedé en braguitas.

-¿Y con el pelo que hago?- Le dije una vez hube terminado de vestirme.

-Dejatelo así, que estas menos fea que de constumbre.-Me dijo.

-Idiota.

Marcos me llevó en coche a la editorial en coche. Y se lo agradecí con el alma, porque se llevó todo el camino intentado distraerme para que no pensara en la maldita entrevista y casi lo consigue del todo.

-Bueno, ya hemos llegado.- Dijo Marcos aparcando en doble fila.- Escúchame. Se tu misma, que si puedes conmigo, puedes con todo.- Dijo sonriendo y haciendo que sonriera mientras me apretaba las manos.- Que no se diga, que mi novia es una guerrera. Mucha suerte, horrorosa.Y llámame nada más que salgas.- Y me dio un beso.

Me bajé del coche y me dirigí a la puerta de la editorial hecha un flan. Miré hacia atrás y pude ver a mi novio levantado el pulgar y haciéndome carantoñas. Negué con la cabeza y entré en el edificio. La recepción era enorme, con las paredes blancas combinadas con muebles de cristal. Estaba dominada por un gran mostrador tras el cual se encontraban dos recepcionistas. Me acerqué hasta allí.

-Buenas tardes, señorita. ¿En que puedo ayudarla?- Me preguntó una recepcionista un poco mayor que yo, rubísima y totalmente uniformada.

-Buenas tardes, esto... tengo una cita a las 12 con el señor Martínez. ¿Podría indicarme dónde puedo encontrarlo?- Le pregunté yo, poniéndome más nerviosa.

Promise me the moon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora