No tuve tiempo de reaccionar, porque tal y como vi lo que estaba pasando, salté de la espalda de Keko donde todavía estaba subida, y corrí, tan rápido que hasta yo me sorprendí, hasta donde estaba Marcos con su amiga la furcia. Di gracias a que ella estuviera de espaldas, porque tal como llegué la cogí por el pelo y la separé de él, tan fuerte que hasta tuvo que arquear su espalda si no quería empezar a utilizar pelucas.
-A tres metros de él, zorra, si no quieres que me haga unas extensiones nuevas con ese bonito pelo.- Le dije, todo lo tranquila que pude. Vi la cara de sorpresa que puso, y luego como se iba enfadando cada vez más. -Venga enfádate.- Pensé.- Es lo que quiero.
Giré la cara para mirar a Marcos, y lo vi sonriendo. Encima se atrevía a sonreírme. La zorrita rubia aprovechó que me había distraído para plantarme una buena hostia en la cara. Ya no pude aguantarme más y me tiré, literalmente sobre ella, haciendo que la dos cayésemos al suelo, y empecé a darle hostias sin ni siquiera pensarlo. Dos brazos me cogieron por la cintura, levantándome en el aire. Nos estaban separando. Seguí pataleando por si por casualidad alguna patada daba en la cara de mi "amiga" y así le hacía un favor y se la arreglaba.
-¿Puedes estarte quieta?- Oí la voz de Marcos.
-Suéltame, cabrón.- Le grité con todas mis fuerzas, forcejeando para que me dejara en el suelo.
Cuando conseguí que me soltara, mi primer impulso fue volverme hacia él y darle un guantazo en la cara.
-No se te ocurra volver a tocarme, en tu puta vida.- Le grité.
-Eso no decías hace una semana.- Me dijo, después de sobreponerse de la sorpresa o del guantazo.
-Todos cometemos errores. ¿Y sabes cual fue mi mayor error? Salir el día 6 de febrero a esa puta discoteca.
Se quedó con la boca abierta, pero no tuvo oportunidad de contestar, porque llegaron Keko y Ily a separarme. Keko me abrazó e hizo que me diera la vuelta apartándome de allí.
-La has cagado como nunca en tu vida, Marcos.- Le dijo Ily antes de salir corriendo hasta donde estábamos Keko y yo.
Cuando llegamos al coche, toda la adrenalina que me había recorrido las venas hacía cinco minutos me abandonó en el momento. Comencé a temblar, de una forma que no podía mantenerme en pie, y a hiperventilar. Entre Ily y Keko me ayudaron a sentarme. Ily se sentó a mi lado y Keko se agachó delante mía y me apretó las manos fuerte. Yo tenía los ojos borrosos por las lágrimas, no sabía ni donde estaba ni con quién. En mi mente solo estaba la imagen de Marcos con la guarra de su amiga la rubia. Y todo se volvió negro en un momento.
Me desperté de un sobresalto, y me puse a mirar como una loca para todos lados. Iba en un coche, en el asiento trasero. Alguien me dio la mano.
-Álvaro, se ha despertado. Gracias a Dios.- Dijo Ily. ¿Álvaro?¿Que era todo esto?
-¿Qué ha pasado?- Pregunté con voz ronca.
-Te has desmayado cielo, pero no te preocupes, que vamos al hospital.- Me contestó Ily, a la vez que me acariciaba el pelo para que me tranquilizara.
-¿AL HOSPITAL?- grité yo.- No, no, no. Me niego a ir a un hospital.
-Pero tienen que mirarte cielo...
-No quiero. Estoy bien, de verdad. Álvaro, llévame a mi piso, por favor.
-Ni loca la lleves Álvaro, la llevamos a casa.
-No, no. No quiero ser una molestia para vosotros. Ni loca.
-Bea, no eres una molestia. De verdad.- Dijo Álvaro, hablando por primera vez.- Además así le haces compañía a Ilyana cuando yo no estoy en casa. No pensamos dejarte sola en tu casa Bea.
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Promise me the moon.
FanfictionEstaba en Madrid y con sus dos mejores amigas. Había dejado atrás su pueblo y se enfrentaba a una nueva vida. Bea, con 20 años, una desilusión a sus espaldas, con ganas de comerse el mundo, y apasionada de la literatura Inglesa, y obsesa por llevar...