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| Zinerva |

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| Zinerva |

Él está buscando entre la ropa que trajo mamá. Toda es muy bonita; no entiendo por qué no elige cualquier cosa.

— Tesorito —me llama para que le preste atención ya que estaba mirando las telas—, no entiendo por qué no usan mi nombre—. ¿Prefieres un pantalón o un vestido?

— No sé qué es un pantalón.

— Es lo que llevo puesto. Si te coloco un pantalón, debes usar también una camisa —dice señalando la tela que está en su torso.

— Pantalón —lo elijo solo por curiosidad.

— Supongo que este pantalón con esta camisa quedarán bien. ¿Te gusta? —él me los enseña, pero a mí me da igual; solo quiero que me vista para ir a ver dónde están sus otros hermanos. No entiendo por qué invitaron gente si estábamos bien solos.

— Sí, me gusta —tampoco entiendo por qué le da tanta importancia a las telas que usaré.

Quiero salir de aquí con él para saber lo que hacen sus hermanos. Si no están aquí, es porque están haciendo otra cosa y quiero ver lo que hacen; seguro será más divertido que elegir la ropa que usaré.

— Acércate, te enseñaré cómo se colocan los pantalones y las camisas, para que tú puedas vestirte sola a partir de hoy —lo miro curiosa; eso sí es algo importante.

Él se quita su pantalón y camisa, quedando con la fina tela que cubre su trasero y la parte delantera de su cadera, vientre bajo y muslos. Veo cómo se vuelve a poner la camisa y el pantalón; no es difícil si sabes cuáles son los huecos para la cabeza y las piernas.

— ¿Fácil, verdad? —pregunta y yo asiento—. Te dejaré sola para que te vistas. Estaremos en la cocina; Arman está preparando un almuerzo especial —sin más, se va.

Yo agarro lo que él escogió y me quito el vestido. Después, me coloco el pantalón y la camisa. El pantalón me queda algo flojo en la cintura, pero no se me cae. La tela de la camisa es gruesa. Me voy al pequeño cuarto donde guardan toda mi ropa y saco los tacones de la caja en donde estaban guardados. Me los coloco y camino un poco; me cuesta utilizarlos, pero creo que se ven bonitos y me encanta tener algo del color de los ojos de ellos. Estos son del color de ojos del mayor; tal vez mañana utilice los otros.

Salgo de mi habitación cerrando la puerta. Me siento rara caminando con los tacones, pero a la vez muy feliz; quiero ver su reacción cuando me vean con esta ropa. Por alguna razón, quiero que la cara de ellos se ponga rosada; creo que se ven muy bonitos.

Al llegar a la cocina, ellos están de espaldas. Me sorprende ver que ahora todos están vestidos iguales: tienen pantalones y camisas negras, también zapatos del mismo color. No notan mi presencia porque oculté mi olor y fui sigilosa con mis pasos.

— Nuestros mates son unos machos muy guapos —dice Accalia.

Ruedo los ojos por las ocurrencias de mi loba; si fuera por ella, se tiraría encima de ellos y no se les despegaría.

Zinerva: Legado de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora