28.

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| Arman |

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| Arman |

Le arranqué el brazo al vampiro, uno de los pocos que quedan. Tuve que quitarle el control a mi lobo, que quería ir a la casa; tenía que detenerlo porque al estar luchando contra él, nos atacaron por la espalda. Sus sucios colmillos se clavaron en mi lomo, pero es solo una herida menor. Tuve el placer de arrancar su cabeza y así evitar que pudiera morder a alguien más.

—Algo no está bien, no puedo sentirla, su olor está desapareciendo —Ivaylo está muy alterado.

Decido que mi gente ya puede encargarse del problema solos. Sé que debería ir a ayudar a mi hermano ya que estoy cerca y él sigue luchando, pero no quiero extender más el sufrimiento de Ivaylo. Es normal que el olor de nuestra mate disminuya si ella decidió esconderlo; puede estar asustada por estar sola y muy preocupada por nosotros.

Corro lo más rápido que puedo. Cuando llego, aligero el paso. La casa se ve perfecta como la dejamos, nuestra gente está en sus posiciones. Me transformo antes de entrar. Al abrir la puerta, dejo salir mi olor para que ella sepa que soy yo; no quiero que intente atacarme, estoy algo herido y se me dificultaría esquivar sus ataques con la rapidez que ella posee, pero ella no viene hacia mí.

Paso por la sala, notando que ella estuvo viendo el televisor ya que los cojines del mueble están desordenados. Cuando voy por el pasillo, empiezo a sentir algo raro, pero trato de ignorarlo para no hacerme ideas. La puerta de su habitación está entreabierta. Al entrar, encuentro todo en su lugar. Reviso debajo de la cama, en su clóset y baño, pero no hay señas de ella.

—Puedes salir, soy Arman, no tienes que esconderte —digo, pero no recibo respuesta.

La desesperación me empieza a consumir. Utilizo mi velocidad para buscar en cada rincón de la casa, por cada habitación, debajo de cada cama, pero ella no está.

Esto no puede ser. Ella no pudo haberse ido. Salgo de la casa y le hago señas al encargado de la seguridad. Este se acerca hasta ponerse en frente de mí. Siento que voy a estallar; no puede ser posible que esto esté pasando.

—¿Dónde está ella? —rugo, sintiendo que estoy a nada de perder el control. Mi lobo rasguña mi interior.

—Alfa, nadie ha salido ni entrado, nadie se acercó a la casa —apenas termina de hablar, lo agarro por el cuello.

—¡Entonces, ¿cómo ella salió?! —él intenta respirar, pero obviamente no puede—. Explícame por qué mi mate no está. ¡Habla de una vez!

—Alfa, lo matará —dice uno de los deltas bajo su mando.

Tengo que reunir toda mi fuerza y cordura para no romper su cuello. Lo suelto; ya su piel estaba cambiando de color. Él cae al piso mientras tose. No puedo matarlo, no aún. Mi lobo chilla por la ausencia de ella y yo siento que entraré en un colapso.

¿Cómo le digo esto a mis hermanos?

—Nadie sale ni entra a la manada. Muevan mar y tierra si es necesario, ¡pero mi mate debe aparecer ahora! —mis ojos cambian de color a un azul oscuro.

Zinerva: Legado de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora