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| Arman |

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| Arman |

Miro el reporte sin poder creerlo. Aunque aún no estamos seguros y necesitamos más pruebas, esto no podría ser peor.

—Antosha tenía razón, ¿cierto?

—Según los rumores, sí, pero necesitamos la certeza de que esto es real. No puedo verlos ni conseguir una foto, pero los integrantes dicen que es una hembra joven de cabello rizado y piel morena clara que se asusta entre la multitud —le resumo lo que dice. Mi hermano me mira y pasa la mano por el cabello.

—No podemos decírselo, saldrá corriendo él solo a buscarla.

—Lo sé. Aunque no tiene una gran manada, perderíamos muchos machos en una guerra. Hay que intentar negociar; además, sabe cómo entrar. Si quisiera lastimarnos, lo hubiera hecho hace tiempo.

—Lo peor es que esa manada tiene una sola entrada por la cual podemos llevar guerreros; las otras están muy cerca de pueblos humanos, por no decir que están en los pueblos.

—No debemos subestimarlo. Lleva en el poder desde que era un cachorro, burló nuestra seguridad como si fuéramos un mísero clan. Pero no podemos decirle que lo sabemos, tener esta información es nuestra única ventaja. —Él vomita en la taza que ya tenía preparada, arruinó mi mueble de casi diez mil dólares. No dejaré que dañe otro—. ¿Crees poder aguantar un día más?

—Sí, toda la espera sería en vano si entramos como unos lobos en estado salvaje buscando a su mate —él deja caer su cabeza hacia atrás. Al menos las medicinas funcionan un poco y la fiebre se le está bajando.

Después de planear cómo entrar a esa manada, llegamos a la conclusión de que no hay forma de hacerlo y pasar desapercibidos. Nuestro informante pudo lograrlo porque fue solo. Intentaremos usar magia, tal vez su mismo truco.

Me encuentro acostando a Anakin en su cama; se volvió a desmayar. Por un momento, el miedo intenta invadir mi mente, pero lo ignoro y lo encierro en lo más profundo de mi ser. Soy el único racional. Obviamente me duele perderla; sin embargo, si me dejo cegar por el dolor o incluso la rabia, seguro quedaré igual que ellos.

El sol comienza a descender y yo me encierro en mi habitación. Por primera vez desde que ella se fue, decido tomar un pincel e intentar terminar el cuadro. Cuando le quito la tela que cubría el lienzo, me quedo petrificado al encontrar un lienzo en blanco, no la pintura que me costó casi veinte horas realizar. Solo le faltaban unos pocos detalles para terminar.

Ese petimetre se lo llevó.

Agarro el lienzo en blanco y lo estrello contra el suelo. Se llevó a mi mate y, no conforme con eso, el cuadro que me tomó tanto esfuerzo. Un macho como él nunca podría valorar el arte.

Comienzo a caminar en círculos por un rato hasta que me mareo y me siento en el borde de mi cama. Miro la ventana y comienzo a recordar la noche que pasamos juntos, su mirada curiosa. Por un momento, recuerdo que ella seguramente lo estaba viendo a él, pero ignoro eso. Solo intento recordar la calidez de su pequeño cuerpo, el magnífico olor que emana. No obstante, mi pequeño momento de paz se ve interrumpido por un fuerte agarre en mi hombro. Al abrir los ojos, veo a Matvey.

Zinerva: Legado de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora