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Yo dejo que camine un poco más, no me gusta que sepa dónde buscar. Ella estuvo aquí antes, pero comienza a olfatear.

—No puedo creer que haya hecho todo esto por poder —escucho que murmura.

Intenta ir hacia la habitación. Me tengo que poner de puntillas para agarrarla del hombro y estrellarla contra la pared.

—Creo que me debes una reverencia y una disculpa de rodillas por insultar a tu Luna.

Sus ojos se vuelven negros, y antes de que se abalance contra mí, me muevo, haciendo que caiga al suelo por el impulso que tomó.

—¡Tú no eres su Luna verdadera! —gruñe, mostrando sus colmillos—. No puedo creer que haya dejado de esperar a su mate solo para unirse a la manada más grande del continente.

Escucho sus pasos y me acerco a ella. Sin pensarlo, la agarro del cuello e inmovilizo sus manos por encima de su cabeza. Estoy sobre ella, y ella está en el piso.

—Yo soy su verdadera Luna, y tú acabas de darme una razón para matarte.

Lleva una camisa que huele un poco a él. Estuvieron cerca recientemente; ella conoce el lugar. No quiero pensar que ellos son pareja.

—¿Qué está pasando aquí? —escucho que dice Alex, pero lo ignoro.

—Amarra a tu perra —dice ella.

Cuando estoy por arrancarle la cabeza, Alex me separa de ella.

—Cuida tus palabras —le gruñe Alex.

—No puedo creer que la defiendas —ella se levanta—. ¿Qué pensaría mamá de esto?

—Ella está muerta, supéralo. Y yo no estoy haciendo nada malo —él deja de mirarla para agarrar mi rostro—. ¿Estás bien?

—¿Quién es ella?

Me alejo de él y me acerco a Tosha, quien me revisa, preocupado.

—Cosita... —Él intenta acercarse, pero me escondo detrás de Tosha. Alex suelta un chillido lastimero—. No es lo que piensas. Esta insolente es mi hermana menor.

—¡Mentiroso!

Agarro la mano de Tosha.

—Vámonos de aquí —intento jalarlo, pero él no se mueve.

—¿Por qué no confías en lo que digo?

Antes de que pueda responder, ella habla.

—¡Déjala que se vaya! Nunca debió estar aquí.

—Me estás cansando, desgraciada —gruñe Tosha, y Alex lo mira mal. Ella tiene la cabeza agachada, pero es obvio que no es porque lo desee; Tosha la está sometiendo.

—Cosita, yo nunca te mentiría... —Lo interrumpo.

—¡Ella no huele como tú! Ni siquiera se parece a ti.

Mis otros alfas huelen parecido. Sus olores son cítricos, y además tienen el cabello, la piel y los rasgos faciales similares. El único algo diferente es Tosha, con sus ojos, y Arman, que no tiene ese toque cítrico en su olor.

—No somos hermanos de sangre. En realidad, yo soy el único que conoció a su madre biológica. Mi padre quedó estéril cuando lo secuestraron de joven, y su compañera, mi madre, no quería inseminación artificial. Por eso adoptaron a mis dos hermanas.

Yo dejo que se acerque.

—A veces la familia no es de sangre; es la que elegimos.

—¿Le puedes cortar la lengua? —A él se le borra la sonrisa.

Zinerva: Legado de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora