14.

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Observo cómo las tres hembras me miran. Ahora tengo extrañas, pero suaves telas que utilizan los humanos cubriendo mi torso y parte de mis glúteos y piernas. La mamá de los tres machos también me ayudó a utilizar sus aparatos extraños para darme un baño.

La única razón por la que acepté que me bañaran es porque me sentía extraña. Al parecer, todos aquí están siempre limpios. Simplemente me sentía rara. Mi loba quiere encajar, pero viendo a las mujeres frente a mí, me parece difícil. Son blancas. Las dos más viejas tienen el cabello castaño y la madre de ellos negro, una melena larga y lisa, muy hermosa.

Toqué mi cabello y ni siquiera pude pasar mis dedos por medio de este. Mientras ella me bañaba, pude tocar las puntas de su cabello y era muy suave, tan diferente al mío.

— No tiene remedio, sería una pérdida de tiempo. Además, dudo que quiera pasar las próximas dos horas soportando jalones de cabello inútiles —dice la hembra mayor.

— No vamos a dejarla pelona —gruñe la madre de ellos.

— ¡Claro que no! —dice la otra, es más delgada que la mayor—. Hasta aquí se puede salvar fácilmente —señala mi hombro—. Se podría salvar un poco más si no tuviera mechones más cortos que otros. Además, su cabello es rizado, necesitamos definir sus rizos con algunas cremas —hablan entre ellas como si yo no estuviera.

Son extrañas, pero se ven inofensivas. No hay marcas en su piel que me muestren la experiencia que tienen en peleas, aunque los dibujos en la piel de la madre de ellos son muy curiosos.

— Es una lástima, yo mataría por tener ese largo en mi cabello —apenas la escucho le gruño enseñando mis colmillos—. Es una expresión, no es literal —se apresura a decir la madre de ellos.

Dudosa dejo de gruñir. Hasta ahora solo me están poniendo bonita. De alguna forma, esto me gusta. A pesar de que ellas digan que mi cabello no tiene remedio, es la primera vez que me siento tan limpia en toda mi vida. Tan solo por eso me siento bonita.

« ¿Qué pensarán ellos ahora? »

Arrugo la nariz. Yo no debo pensar en ellos. Debería huir, pero mi loba chilla cada vez que esa idea cruza por nuestra mente.

Las hembras vuelven a agarrar mi cabello, el cual sigue húmedo. La madre de ellos me pide que confíe en ellas, dice que solo resaltarán mi belleza.

— ¿Estás de acuerdo en deshacerte de todo el cabello malo? —la miro mejor, sus ojos son del mismo color nube que tienen dos de ellos.

— Está bien —acepto sin pensarlo.

No estoy mucho tiempo en mi forma humana. Una de las razones es mi cabello. Se enredaba en el bosque con cualquier cosa. Muchas veces tuve que cortar mechones de este ya que no podía desenredarlo de donde se enganchaba.

Las dos hembras empiezan a agarrar mi cabello. Una empieza a cortar mientras la otra saca varios envases de una mochila que traían.

— Necesita un champú especial para rizos, acondicionador, crema definidora y gel o mousse —dice la más delgada.

Cuando la mayor termina de cortar mi cabello, la otra empieza a colocar crema y rociar más agua en mi cabello. La mamá de ellos solo me mira con una sonrisa.

— ¿Me puedes decir tu nombre?

— Zinerva —respondo de inmediato.

Ella sonríe aún más. En su rostro hay una expresión que no puedo identificar. Supongo que significa algo bueno.

— Mucho gusto, cariño. Yo también me llamo Zinerva, pero puedes decirme mamá. Digamos que la palabra suegra no es de mi agrado —se ríe y yo solo ladeo mi rostro.

Zinerva: Legado de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora