Capitulo 28

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Un par de semanas más tarde

El reloj marcaba el paso del tiempo de manera implacable en la sala del primer piso de la Casa Rosada. Cada tic-tac resonaba en el ambiente, como un eco de la tensión que flotaba entre Santiago y yo. Nos encontrábamos sentados en silencio, con una distancia incómoda entre nosotros que parecía crecer con cada minuto que pasaba.

Habían pasado semanas desde que cualquier tipo de comunicación se había esfumado entre nosotros. La herida de la traición seguía fresca en mi corazón, y no estaba dispuesta a ceder en mi orgullo para intentar una reconciliación. Los motivos para mantenernos distantes eran abundantes, y el abismo que nos separaba parecía insalvable.

La espera en la sala de la Casa Rosada solo servía para aumentar la tensión que ya era intolerable. El silencio entre nosotros era tan denso que podía cortarse con un cuchillo, y cada segundo que pasaba era como una tortura silenciosa que nos mantenía atrapados en nuestra propia incomodidad.

No me atrevía a romper el hielo, ni siquiera con una mirada. Estaba sumida en mis propios pensamientos, sumergida en un mar de resentimiento y dolor que parecía no tener fin. El aire estaba cargado de emociones no expresadas, de palabras que se habían perdido en el abismo del orgullo y la obstinación.

Hasta que de un momento a otro, Santiago rompió el silencio una vez más, su voz sonaba cargada de pesar y confusión.

—Lea, ¿podemos hablar? —su tono era suave, pero sus palabras resonaron como un eco de nuestra relación quebrada.

Mi corazón dio un vuelco en mi pecho, pero luché por mantener la compostura. No podía permitirme ser vulnerable otra vez, no después de todo lo que había pasado entre nosotros.

—No sé si hay algo que decir, Santiago —respondí con voz firme, tratando de mantener la mirada en cualquier parte excepto en él.

Este suspiró, como si mi respuesta fuera exactamente lo que esperaba, pero no lo que deseaba.

—No quiero que las cosas sigan así —sus palabras eran sinceras, pero la distancia emocional entre nosotros era un abismo que parecía insalvable.

Me mordí el labio inferior, luchando contra la oleada de emociones que amenazaba con desbordarse en lágrimas. ¿Podríamos realmente dejar atrás todo lo que nos había separado?

El silencio volvió a caer sobre nosotros, más pesado que nunca. Aunque las palabras de Santiago me alcanzaron, el dolor y la desconfianza aún pesaban demasiado en mi corazón para dejar que la esperanza floreciera de nuevo.

La tensión en la habitación era palpable cuando Santiago rompió el silencio, sus palabras resonando con una mezcla de dolor y confusión.

—No hablamos nunca, simplemente te alejaste y todavía no entiendo por qué —sus palabras fueron como un eco de nuestra relación fracturada, llenas de una necesidad desesperada de comprensión.

Mi corazón se apretó con dolor ante su confesión. ¿Cómo podía explicarle todo lo que había pasado por mi mente, todas las dudas y temores que me habían llevado a tomar la decisión de alejarme?

Su confesión me golpeó como un puñetazo en el estómago, y luché por encontrar las palabras adecuadas para responder.

—Algo se rompió entre nosotros y no tiene sentido buscarle el por qué —mi voz sonaba cansada, resignada ante la imposibilidad de explicar lo inexplicable.

La expresión de Santiago se endureció, y su siguiente pregunta fue como un dardo envenenado.

—¿Tenés a otro, eso es? —sus palabras eran una acusación velada, cargadas de sospecha y dolor.

Entrelazados por el Poder - Santiago CaputoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora