El aire del despacho se cargó de electricidad cuando Lea irrumpió en la habitación con pasos firmes y una mirada llena de furia contenida. La puerta se cerró de golpe tras de ella, resonando en la habitación como un eco de su determinación. Sin mediar palabra, lanzó las fotografías sobre el escritorio donde Santiago se encontraba sentado, su rostro reflejando una mezcla de sorpresa y confusión.
Las imágenes cayeron, dispersándose sobre la madera oscura del escritorio. Santiago observó con incredulidad cómo las figuras familiares que no reconocia cobraban vida ante sus ojos, capturadas en momentos de intimidad y cotidianidad. Las caras de las personas se veían atravesadas, borrosas y simulando un blanco. La tensión en la habitación se sentía, cargada de emociones encontradas.
Lea, con los puños apretados y la mandíbula tensa, lo miraba con una intensidad que cortaba el aire. Sus ojos chispeaban con un fuego interior, alimentado por la ira y la frustración acumuladas. Cada paso que daba hacia él resonaba en la habitación, marcando el ritmo de su enfado creciente.
"Este es mi limite", dijo con voz temblorosa pero llena de determinación golpeando la mesa. "No te voy a permitir que juegues con la vida de las personas más importantes para mi por andar haciéndote el espía" escupió Lea con repulsión.
Santiago se encontraba paralizado por la magnitud de la revelación, incapaz de articular una respuesta coherente. Cada segundo que pasaba aumentaba la tensión en la habitación.
"Sos un hijo de puta. ¿Quien carajo te pensas que sos? ¿Estas loco?" soltaba cada palabra con tanto odio que desde la explanada de la casa de gobierno podrían escuchar sus acusaciones.
Este la miró con determinación, tratando de encontrar las palabras adecuadas para calmar la tormenta que se desataba frente a él. Pero Lea no parecía dispuesta a escuchar razones. Sus ojos destellaban con una intensidad inquebrantable, su postura firme como una roca en medio del vendaval.
"No tengo nada que ver Lea", intentó explicar Santiago con calma, pero fue interrumpido por el desgarrador grito de Lea.
"¡Estas mintiendo!", exclamó, su voz resonando en la habitación con una furia desbordante.
Las palabras de Lea resonaron en el aire, cargadas de dolor y decepción. Santiago se sintió como si un puñal hubiera atravesado su corazón.
Este, con el corazón latiéndole desbocado, luchaba por hacer entender a Lea que él no tenía ninguna participación en lo que ella lo acusaba. Sus palabras, cargadas de desesperación y frustración, se perdían en el aire enrarecido de la habitación, pero Lea persistía, aferrándose con ferocidad a su creencia de que él era el culpable.
"¿Pensaste sola la tremenda pelotudes que me acabas de decir?", exclamó Santiago, su voz temblando bajo el peso abrumador de la injusticia. Pero sus palabras se estrellaban contra un muro de desconfianza, reflejado en la mirada de Lea que lo miraba con asco.
"Sos un miserable, tu vida es una miseria por eso buscas volver miserable a todas las personas que te rodean" dijo gritando desaforadamente apoyándose sobre la mesa acercando su cara con la de él y así estar a la misma altura.
La paciencia de Santiago se desvaneció en segundos saliendo a la luz la furia que se había gestado desde el momento que sintió las imágenes sobre su cara. Se levantó de su silla con un golpe seco, el sonido retumbando en la habitación como un eco de su propia ira. Los golpes de sus puños contra las paredes de madera resonaban como truenos en medio de la tormenta, mientras la habitación se llenaba con la energía opresiva de un conflicto que se estaba a punto de desbordar.
En un arranque de desesperación, Santiago abrió bruscamente uno de los cajones de su escritorio y extrajo un peluche de osito color amarillo, lanzándolo con violencia sobre el escritorio. Luego, abrió otro cajón y sacó un sobre, también color caoba. Lea se estremeció. Sacó las imágenes e imitó su acción anterior, estas desparramándose sobre la superficie de madera. Junto con eso, cayó sobre la mesa una cajita. Era un gesto de impotencia, una muestra de la frustración que lo embargaba ante la injusta acusación.
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Entrelazados por el Poder - Santiago Caputo
FanficEn "Entrelazados por el Poder", Santiago Caputo, asesor político del presidente electo Javier Milei, se ve obligado a colaborar con Lea Cristel, una joven asesora muy preparada con gran futuro. A pesar de los choques iniciales debido al carácter aut...