La atmósfera estaba cargada, y los ojos de Santiago destilaban esa seguridad arrogante que me hacía hervir la sangre. Pero no iba a permitir que su actitud me intimidara.
—Tenemos que hablar, Santiago. —Mi voz sonó más firme de lo que sentía por dentro.
Santiago levantó la mirada, una sonrisa burlona jugueteando en sus labios. —Hablar, ¿o intentar cambiar las reglas del juego?
—No vengo a cambiar nada. Vengo a que nos respetemos mutuamente. —Mi paciencia se esfumaba rápido.
Santiago se levantó, la arrogancia impresa en cada gesto. — Sos nueva en esto, me gusta que tengas iniciativa pero lo mejor es aprender a seguir la corriente cuando no sabes en donde te estas metiendo.
La irritación me golpeó como una ola, pero respiré profundo, intentando mantener mi compostura. —Seguir la corriente no va conmigo, Santiago. Creo en el diálogo y en trabajar juntos.
—Diálogo, colaboración... son excusas de gente que duda, que no quiere hacerse cargo de sus actos y cualquier cosa que pasa, lo delega en los demás—Santiago esbozó una sonrisa desafiante.
—No es falta de decisión. Es reconocer que todos acá tenemos algo valioso que aportar. —Mis palabras salieron con más filo del que esperaba.
La discusión se intensificó, una batalla de egos en pleno vuelo. Santiago y yo nos enfrentábamos, ninguno dispuesto a dar el brazo a torcer. Hubo un breve silencio hasta que decidió hablar.
—¿Crees que podes manejar la comunicación del gobierno mejor que yo? —Santiago lanzó la pregunta como un guante retador.
—No se trata de mejor o peor, Santiago. Se trata de trabajar en equipo y no de imponer. Por lo que veo es algo a lo que no estas acostumbrado.—Mi paciencia se desvanecía, pero no me dejaría menospreciar.
La tensión en el despacho era palpable, una tormenta a punto de desatarse.
—No podemos seguir con esa mentalidad de darle lugar a todos para opinar. Se ve que no estás a la altura de tomar decisiones importantes si no te das cuenta de eso. —Santiago soltó sus palabras con una seguridad que rozaba la arrogancia.
—No podes cerrarte a otras opiniones. La diversidad de ideas nos fortalecerá, además hay que estar abiertos, ver en que nos podemos equivocar para evitarlo, estamos en un momento muy importante —contesté con tono desafiante.
Santiago soltó una risa irónica que resonó en el despacho. —¿Diversidad de ideas? ¿O acaso tus brillantes ideas llevaron a Patricia a ganar las elecciones?
Lea apretó los dientes, sintiendo la ira brotar en su pecho. —Tuvimos errores, como todos. No te hagas el insuperable solo porque lograste que Milei ganara la presidencia.
Santiago soltó otra risa, burlándose. —Entonces, según vos, hiciste todo bien, porque Patricia quedó en tercer lugar. Deberías replantearte tu carrera en asesoramiento político.
La tensión en el despacho era intolerable, una batalla de egos que amenazaba con salirse de control. Ambos nos mirábamos con desprecio, nuestras palabras como cuchillos afilados cortando el aire.
— Estas muy equivocado. Puedo aprender de los errores, pero no pienso someterme a tu autoritarismo. —respondí manteniendo la mirada desafiante.
Santiago, subestimando mis palabras, continuó:
—Aprender de tus errores está bien, pero no podes permitir que todos tengan voz en cada decisión. La política es un juego de estrategias, si no sería un debate interminable.
—Eso no significa que debas desestimar a los demás. La comunicación política no puede basarse solo en imponer ideas. —
—A ver nena, las decisiones importantes no se toman por votación. Se toman con liderazgo y determinación. Mucho NYU pero poco sentido común.—Santiago respondió con tono altanero.
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Entrelazados por el Poder - Santiago Caputo
FanficEn "Entrelazados por el Poder", Santiago Caputo, asesor político del presidente electo Javier Milei, se ve obligado a colaborar con Lea Cristel, una joven asesora muy preparada con gran futuro. A pesar de los choques iniciales debido al carácter aut...