Cuando se conocieron, Harry y Draco empezaron con el pie izquierdo, pero aun quedaba mucho tiempo de sobra, Draco conseguiría su amistad, costara lo que costara, tardara lo que tardara, él no se iba a rendir. . . Aunque con el tiempo él quisiera muc...
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Abrió los ojos exaltado, se esperaba todo menos eso. Cuando se dió cuenta de lo que estaba ocurriendo cerro los ojos y le siguió el beso.
Durante unos segundos volvió a sentirse vivo y feliz. La explosión de sentimientos fue tal que involuntariamente le salieron algunas lágrimas.
El beso fue tan largo que pareció compensar todos los besos que no se habían dado en esos meses.
Se separaron y antes de que nadie dijera nada Harry le soltó un puñetazo en la cara.
—¡Eso es por ser tan idiota! —le grito—, ¡y por creer que tienes el derecho a reprocharme si me gusta alguien o no!
—No te estaba reprochando nada —dijo sobándose donde había recibido el golpe—. Solo tenía curiosidad...
—¡Pues que bien que saciaste tu curiosidad! ¡Cómo acabas de notar, me gusta el mismo idiota de siempre! —resoplo enojado y añadió—: No se por qué esperabas que me gustará alguien más.
—En la clase de pociones, tu y Pansy olieron lo mismo del caldero de Amortentia. Supongo que me parecía más probable que a ti te gustará alguien más a qué yo le gustará a Pansy —se quedó pensando durante unos segundos—. Sabía que le gustaba hace unos años, pero creí que ya se le había pasado...
—Pues que idiota eres.
—Ya se que soy un idiota, no tienes que repetirlo cada cinco segundos.
—Y no solo eres un idiota, también eres un mentiroso.
—¿Mentiroso? —repitió confundido.
—Supuestamente me terminase porque ya no sentías nada por mi, pero mírate, me correspondiste el beso, yo no diría que no sientes nada por mi.
—Bien, sí, tienes razón —admitió—. En ningún momento he dejado de quererte, pero no importa cuánto te ame, simplemente no podemos estar juntos.
—¿Pero por qué no...?
—Por que no y ya.
—Cualquiera que sea el problema podemos arreglarlo juntos.
—No, no podemos —dijo casi en un susurro—, el amor no va a arreglar mágicamente las cosas. No existe ninguna manera de que estemos juntos... A no ser que quieras beber conmigo una botella de veneno y morir juntos —añadió en tono de broma—. Cómo la historia muggle.
—De hecho es buena idea...
—¡No seas tonto! —le espetó molesto—, tu tienes un montón de personas que te quieren, y yo... tengo a mis padres, supongo. El punto es que no podemos matarnos así como si nada, mucho menos cuando muy probablemente tu vas a terminar acabando con la guerra. Y yo seguramente terminaré en Azkaban...
—¿Cómo? —pregunto arqueando las cejas—. Ah, ya se lo que está pasando, ¿cómo no se me ocurrió antes? —murmuro—. Muéstrame tu brazo.
—¿Qué?, no, ¿para qué? —respondió dando unos pasos hacia atrás, nervioso.
