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Finalmente la pubertad había terminado y daba inicio a la adolescencia de Draco

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Finalmente la pubertad había terminado y daba inicio a la adolescencia de Draco. Había crecido varios centímetros y en su rostro quedaban pocos rastros de la niñez.

Durante esos días el ambiente en su casa era muy pesado, sí bien sus padres no discutían tenían conversaciones algo densas.

—¿Y cómo estás tan segura de que no va a venir a pararse en nuestra casa? —pregunto su padre poco convencido.

—Solamente charle con él un par de veces, no éramos cercanos —respondió irritada, estaba harta de hablar del tema.  

—Sí, pero eres la única familia que le queda. Cómo sea, yo no quiero ningún asesino en mi casa.

—Que seamos primos no significa nada, tendría que estar mucho más loco como para venir a buscar refugio aquí.

Hubo un largo silencio donde solo se escuchaba el sonido de los tenedores tocando el plato de comida. Luego su padre hablo.

—Tengo curiosidad, hasta donde se él era la vergüenza de la familia Black, ¿cómo es que alguien así termino convirtiéndose en un asesino?

—No lo sé... sí, era la vergüenza de la familia, no era capaz de matar ni a una mosca y era todo un traidor a la sangre —se quedó en silencio pensativa durante unos segundos—, yo tampoco sé cómo terminó así. Imagino que se le cruzaron los cables cuando abandono su casa y se fue a vivir con los Potter.

Al escuchar ese apellido la comida se le atoró y tuvo tomar agua mientras se daba golpes en el pecho para poder tragar. 

—¿Estás bien, cariño? —pregunto exaltada, estaba tan concentrada en la conversación que se había olvidado de que su hijo también estaba ahí.

Draco solamente asintió y volvió a dirigir su mirada al plato de comida y fingir que no ponía atención a la conversación

—¿Pero quienes somos nosotros para juzgar? —dijo su madre después de darle un gran sorbo a su taza de café—, mi hermana está en Azkaban, y tú... —miro con disgusto a su esposo y continuó— tu ya sabes.

—Tu tampoco eres una santa —respondió su padre tratando de no molestarse.

—Oh, sí lo soy —respondió con petulancia—. Puedo mostrarte ambos brazos sin ningún problema, no tengo ninguna marca —hizo énfasis en la última palabra.

Draco en ese momento no pudo entender porque dichas palabras habían ofendido tanto a su padre, tanto que esté se levantó de la mesa y se fue sin decir nada.

—Creo que me pasé... —murmuro su madre para si misma, luego se puso de pié y fue tras él.

Draco se quedó solo terminando de desayunar, ya estaba acostumbrado a ese tipo de sucesos. Conversaban, discutían, alguno se ofendía y se iba, el otro iba a buscarlo, y luego pasaban horas encerrados en su habitación, Draco prefería no pensar en que tanto hacían ahí pues cada que salían horas después parecía como si se acabarán de volver a casar, rebosantes de alegría.

Mystery of LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora