DESCONOCIDO

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POV: APRIL

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POV: APRIL.

Respirar dolía, mi cuerpo ardía con la pesadez arrastrándome, hacia lugares muy oscuros de mi mente.

Caminé dando tumbos, intentando ir muy lejos de esa terraza repleta de gente despiadada y oscura, dónde hasta hace poco tenía la certeza de ser feliz y ahora todo esa felicidad se había desmoronado.

Mi pecho subía y bajaba con rapidez, mientras buscaba en mi mente algo a que aferrarme para superar la crisis del ataque de pánico que me arropaba. Las palabras de Zacharías se repetían una y otra vez sin darme opción de aferrarme a algo bueno.

Sentía que iba a desmayarme mientras andaba lo más rápido posible, mis lágrimas caían sin control empapándome el alma, tropecé con unos arbustos y me dejé caer allí gritando de ira, de tristeza, de incredulidad.

Todo había sido una farsa, me había enamorado de un total desconocido, de alguien que representaba un peligro incluso para si mismo... y lo amaba, lo amaba con cada gota de sangre que se hallaba en mi cuerpo. Sollocé buscando las fuerzas dentro de mi para alejarme de todo, pero estaba tan débil física y emocionalmente que me hice un ovillo allí entre hojas, ramas y arena.

Mi mundo se sacudió y se vino abajo, como si mis raíces hubiesen sido arrancadas y echadas por un precipicio oscuro.

Me arrastré a través de los arbustos, jadeando y luchando por respirar. Era como si mi mundo girara y se redujera a la pesadilla que estaba viviendo.

Mientras que mi mente era bombardeada por pensamientos angustiosos, otra parte de mi cerebro luchaba buscando un ápice de paz y esperanza en mis recuerdos y entonces apareció la imagen de Nate.

Cerré mis ojos inspirando y sosteniendo en mi mente su imagen sonriendo, abrazándome y diciéndome que me amaba. Él era mi lugar seguro y siempre lo sería, dejé que el sonido no muy lejano de las olas tomaran el control de mis respiraciones, inhalando y exhalando al ritmo del mar, me levanté sin fuerzas buscando ese sonido que me llenaba de calma y acompasaba mi respiración.

Mis pies me llevaron a la orilla de la playa que relucía con el resplandor de la luna y las estrellas, con mis tacones en mano comencé a caminar sin rumbo, dejando que el agua tocase mis pies queriendo que se llevase con ella todo el dolor.

Como dolía estar viviendo en ese preciso momento. Como dolía en todos lados.

No supe cuánto tiempo había pasado, pero hacía mucho que no estaba ni cerca de la terraza ni de la playa. Me encontraba en una avenida totalmente desconocida, donde algunos autos transitaban. Tomé un taxi, sintiéndome disociada de todo lo que me rodeaba. A través de la ventanilla me dediqué a admirar el cielo repleto de estrellas luminosas y mi corazón empezó a latir lentamente mientras mi mente se sentía un poco más clara, como si la luz de las estrellas fuese una fuente de sabiduría y consuelo.

Era tiempo de volver a Seattle, de reunir coraje y afrontar las consecuencias, doliera y costara lo que fuese.

Fuera de la mansión, sentí que cada paso hacia ella, era un paso más lejos de Ethan y de la vida que pudimos haber construido juntos. Pero también sentí como si estuviera regresando a la realidad, regresando a mi hogar y a una vida donde sólo Nate era el centro.

TERCER ENCUENTRO. (LIBRO I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora