XXXI

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Después de llevar a cabo el plan que Blaise sugirió, Harry Potter no logró recuperar el recuerdo requerido. Acusó al profesor Slughorn de no responder su pregunta sobre la magia oscura como le respondió a Tom Riddle en sus tiempos de estudiante, haciendo que toda la confianza que tenía en él se desvaneciera en un abrir y cerrar de ojos y lo acusara de ser espía de Dumbledore. Estaba enojado y decepcionado de sí mismo. Hermione, Ron, Draco y Blaise hicieron todo lo posible para apoyarlo, pero su explosión de ira arruinó cualquier posibilidad de ganarse la confianza de Slughorn. Para remediar su error, puso mayor empeño en las clases de pociones, sacaba excelentes notas y hacía las pociones a la perfección. Con ayuda de su libro, logró ser un alumno destacado, pero ni así el profesor Slughorn lo miraba.

— ¡No puedo creer que lo arruiné! —exclamó Harry, golpeando el brazo del sillón con frustración tras otra clase sin ningún tipo de interacción por parte del profesor.

— No te culpes tanto, Harry —dijo Hermione, sentada a su lado, con una expresión de preocupación—. Todos cometemos errores. Lo importante es que estás tratando de enmendarlo.

— Necesitamos pensar en otra estrategia —propuso Draco, frustrado—. Slughorn no va a confiar en Harry después de lo que pasó.

— ¿Y si intentamos ganarnos su confianza por separado? —sugirió Blaise—. Podríamos acercarnos a él en diferentes momentos y demostrarle que no tenemos malas intenciones.

— Eso solo lo haría sentir más acorralado. — respondió el rubio.

La conversación era intensa, pero Ron parecía distraído, comiendo chocolates de una caja que había encontrado en su mochila.

— Soy un idiota. — exclamó Harry y escondió su rostro entre sus manos. — Me deje llevar por mis emociones.

De repente, Ron se levantó bruscamente, interrumpiendo la conversación. Tenía una expresión soñadora en su rostro y sus ojos brillaban de una manera extraña.

— ¿Dónde está Romilda? —preguntó Ron, mirando hacia la ventana—. La he visto en mis sueños, y estoy completamente enamorado de ella. Malfoy, tú la conoces, ¿verdad? ¿Podrías presentármela?

Todos se volvieron a mirar a Ron, sorprendidos por su comportamiento. Hermione frunció el ceño y se acercó a la mesa donde estaban los chocolates.

— Ron, ¿de qué estás hablando? —preguntó Hermione, pero Ron parecía no escucharla.

Draco, con una sonrisa burlona en el rostro, observó la situación con diversión. — Vaya, Weasley, parece que te has enamorado perdidamente. ¿Romilda Vane, dices?

— Sí, Romilda —repitió Ron con un suspiro—. Es la mujer más maravillosa del mundo.

Hermione examinó la caja de chocolates y su expresión se volvió de preocupación.

— ¡Oh, no! —exclamó, mirando a los demás—. Estos chocolates están encantados con Amortentia.

— ¿Ron se los ha comido todos?— pregunto Harry revisando las envolturas.

— ¿Amortentia? —preguntó Blaise, levantando una ceja.

— ¿Crees que sepa que existo? — siguió insistiendo Ron al rubio.

"Querido Harry, endulzas mi corazón." — recitó Hermione sacando levantando una tarjeta. — Estos chocolates eran para Harry —dijo Hermione, mirando a Ron con preocupación—. Romilda debe haberlos dejado en su mochila.

Draco soltó una risa sarcástica. — Parece que Potter tiene más admiradores de los que pensábamos. — Harry miró nervioso al rubio, hacía mucho tiempo no lo llamaba por su apellido. — Pero esto nos da una oportunidad.

The Tear In My Heart - |DRARRY|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora