El Invitado (18)

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Juanjo

Estoy durmiendo la siesta en el sofá cuando oigo la puerta de casa abrirse. No le doy importancia hasta que escucho su voz, que hace que todo mi cuerpo se tense al segundo.

-Mira al mueble este. Ni estudia, ni trabaja... Ojalá tener su vida.- Me hago el dormido mientras Álvaro me critica.

-Parece tranquilo y todo así.- Me sigue dando igual su presencia hasta que recuerdo que solo voy con unos boxers puestos. Hago como que me acabo de despertar y me siento recto.

Recuerda Juanjo, no le tienes que hablar borde.

-Buenas tardes, ¿porque me han despertado ustedes de mis increíbles sueños?

-Ala Juanjo, deja de hacerte el culto que eres de pueblo.- Cojo una de las mantas del reposabrazos y me la pongo por encima, todo esto bajo la atenta mirada de Martin.

-¡Chicos! ¿Qué tal, guapo?- Bea había salido de su habitación y estaba saludando al vasco.

-Bueno, ya que estamos todos, tenemos que hablar de una cosa.- Le miramos extrañados, pero le hago un hueco en el sofá.

-Álvaro, que no hace falta. Si igual es solo hoy.

-Que no. Cállate y déjame hablar.- Le interrumpió.- El cabrón, y no me voy a disculpar por llamarlo así, del novio de este se ha liado con otro tío en su cara.- Bea se lleva una mano a la boca sorprendida. Yo miro a Martin, pero tiene la cabeza agachada y está pendiente del suelo. 

Sabía que Hugo no era de fiar, pero no me esperaba que le hiciera eso.

-El idiota ese también le ha espiado el móvil, algo propio de lo toxico que es, y encima le ha echado de su casa.

-Eso último no. En realidad me he ido yo.- Ya conociéndolo un poquito más, sé que cuando habla tan bajito es porque está avergonzado de algo.

-Lo que sea, que no tiene donde ir mientras buscamos una manera de hacerle pagar a ese imbécil todo lo que le ha hecho. Y como en esta casa nos caracterizamos por la generosidad, he pensado que se puede venir aquí el tiempo que quiera.

-¡Ay claro! Que lo siento mucho por todo eso, pero me va a encantar tenerte aquí.- Parece ser que el único que no se entusiasma con la noticia soy yo.

¿Cómo voy a dejar de pensar en él si lo voy a tener viviendo en mi casa?

Es tener la tentación mil veces más cerca.

Los tres se giran para mirarme, esperando una respuesta por mi parte.

-¿Y donde vas a dormir?

-Contigo desde luego que no, Juan José. Dormiré yo aquí y él en mi habitación.- Martin niega con la cabeza al oír eso.

-No Álvaro. Bastante hacéis con dejar que me quede.

-Yo tengo un colchón inflable de cuando iba a acampar de pequeña. Lo único que aquí en el salón no cabe.- Mi amiga sugiere.

Solo con mirar al sevillano se lo que está pasando por su cabeza.

-Álvaro, ven un segundo.- Lo llevo hasta el baño y cierro la puerta.- Ni de coña.

-Vamos, hombre. La única habitación grande de la casa es la tuya. Movemos algunas cosas y entra.

-Que no. No le puedo tener durmiendo a centímetros de mi.

-Juanjo tío, ¿no te da pena?

-Pues claro que me da pena. Pero es que no puedo.

-¿Y se puede saber por qué? ¿Te conviertes en algo de noche que no podemos descubrir?- Ruedo los ojos con su comentario.- Va a dormir ahí, te pongas como te pongas. Piensa que es tu hermano pequeño al que le acaban de dejar de una manera muy triste. Apiádate de él.- Me mira haciendo un puchero.

Mi refugio ~JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora