Defender (45)

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Martin

No hay nada como despertarse al lado de otra persona, y si esa persona es Juanjo, pues mucho mejor.  A veces me pregunto qué hace la gente que no tiene el placer de conocerlo, porque se pierden la maravillosa persona que es.

Vale, perdón, me ha salido el Martin enamorado.

-Buenos diasss.- Alargo la palabra a la vez que acaricio suavemente su brazo para despertarle.- ¿Qué tal ayer?

-Bien...- Su voz suena ronca y me sonríe.

Nos quedamos un buen rato tumbados dándonos mimos y hablando, hasta que nos levantamos para desayunar.

-¿Me hacezz?- Dice Juanjo con voz de bebe cerca de mi oído cuando pasa por mi lado en la cocina.

-Ya te he hecho.- Levanto alegremente las dos tazas de colacao que previamente había preparado, porque sabía que me lo pediría, como hace cada mañana.

Comemos entre miradas cómplices y alguna que otra caricia por debajo de la mesa. Nuestros compis de piso no saben donde meterse mientras tanto.

-No se come delante de los pobres, por favor.- Nos dice Álvaro cuando el maño se levanta para tirar algo a la basura y de camino me da un corto pico.

-Pero si tú también tienes novio, de qué hablas.

¿Cómo que también?

¿Está diciendo que somos algo?

Parece darse cuenta de lo que ha dicho cuando me mira y yo le sonrío, algo nervioso. El sevillano no se entera de nada y sigue desayunando.

Terminamos y nos cambiamos para dar un paseo por el centro, con tan mala suerte de que a la mitad del camino empieza a llover.

-Espera, paramos aquí debajo a que pare un poco.- Cojo a Juanjo de la mano y lo llevo debajo del pequeño tejado de un portal.

-Qué más da. Si ya estamos empapados.

-Bueno, pues luego no te quejes de que te pones malo.

Y así empezamos una pequeña discusión por ver quién de los dos es el que más se queja, y luego le sigue el que se pica más. Acabamos riéndonos a carcajadas de nosotros mismos y él me saca de nuevo a la calle.

-Nunca he dado un beso bajo la lluvia.- Me tenso al oír lo que parece una petición.

-Yo tampoco.

-Pues tiene que ser súper romántico.- Sus ojos brillan y me pierdo en ellos.

-¿Y desde cuándo te van a ti esas cosas?

-Desde que conocí a cierto bohemio de Getxo, enamorado de las playas y...-Lo callo besando sus labios mojados por la lluvia. Al principio están un poco fríos pero luego se acostumbran al calor y el beso se vuelve dulce y lento. Nuestros cuerpos se mecen cuando entrelazo mis manos detrás de su cuello y él hace lo mismo en mi cadera.

Acabamos cogiendo un taxi porque cada vez llueve más y queremos llegar a casa vivos. Intuyo que Juanjo le tiene miedo a las tormentas cuando da un respingo y me coge la mano al oír un trueno.

-¿Qué pasa?

-Nada, nada.- Es tan orgulloso que no va admitir que le da miedo, pero lo puedo ver en su cara.

En la radio del coche empieza a sonar una melodía que se quedó grabada en alguna parte de mi cabeza.

-¿Te acuerdas de esta canción?- Su mano se relaja debajo de la mía y me mira.

Mi refugio ~JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora