Alors On Danse (37)

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Juanjo

Supongo que mis técnicas de persuasión no son tan buenas como pensaba, porque aunque he intentado que no se vaya a clase esta mañana, lo ha acabado haciendo.

-Eres demasiado responsable. Quédate conmigo, anda.- Palmeé la cama dos veces, poniendo cara de pena.

-Que no. Tengo que ir. ¿Luego me vas a venir a buscar?- Se estaba poniendo los zapatos y yo solo me podía fijar en su espalda.

-Pues igual ya no me apetece, por dejarme solo.- Le respondí, haciéndome el enfadado.

-Esta Bea en casa. Y así aprovechas y repasas un poco que te queda poco para los exámenes.

-¿Me has oído?

-Vas a acabar viniendo igual.- Se giró para darme un pico.

¿Cómo me puede conocer tan bien?

Hice lo que me había dicho y me pasé la mañana estudiando. La verdad es que teniéndolo en casa me ponía más presión a la hora de estudiar y él me animaba todo el rato, así que de momento no iba a suspender ninguna asignatura. 

Una notificación de mi móvil me sacó de mis pensamientos y corrí para ver quien me había escrito.

me aburro mucho

hablando en clase? que malo

ver pelis sin ti no es tan divertido

 ya me echas de menos, místico?

No me respondió al mensaje con un texto, sino que me mandó una foto enseñando el dedo. Aunque yo solo me pude fijar en como se le marcaba la mandíbula.

Guardaremos esta foto para más tarde...

Me vestí y cogí el coche camino de su universidad. Al final hacer de chofer me estaba gustando.

Lo esperé fumándome un cigarro. Me he dado cuenta de lo poco que he fumado desde que conozco a Martin.

Creo que me está cambiando este chico.

-Odio a la gente que fuma, pero te ves bien cuando lo haces.

-¿Como que me veo bien?- Fingí no entenderle para obligarle a decirlo.

-Te he pillado. No lo voy a admitir.- Se sentó de copiloto y cruzó los brazos.

-¿Admitir lo guapo que soy?

-Muy orgulloso, eso eres. Arranca ya que no llegamos.- No volvimos a hablar mientras íbamos de camino a la academia donde baila.

-¿Es aquí?- Asintió y salió del coche.- Muy bonito.

-Has prometido que ibas a estar calladito. Ahora nos dejan una sala, tú te sientas y miras.

-¿No se puede tocar?

-¡JUANJO!- Estallé a reír, porque me encanta vacilarle y ver su cara después.

-Vale, entendido. Me siento y no hablo.

Cuando entramos en el edificio, un montón de bailarines vestidos de mil maneras distintas saludaron a Martin. Yo iba detrás suyo intentando no perderle de vista.

Entramos en una sala llena de espejos por todas partes. No era demasiado grande y hacía un calor horrible. Una barra de pole dance estaba en el medio de la estancia.

-Yo voy a ensayar. Tu quédate mirando el móvil si quieres.

-Espera, ¿te vas a subir en eso?

-Algo así.- Abrí los ojos de la sorpresa.

Mi refugio ~JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora