Capitulo 14: Un hombre no llora

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                                    MATT

— Will

— Matt.

— ¿¡Will!?

— ¡Matthias, ayúdame!

— ¿Donde estas?

— Me estoy muriendo Matt.

— ¡Will!

— ¡¡Matthias!!

— ¿Will, donde estas? — lo busco por todos lado pero no lo encuentro —. ¡¡Will!!

— Matthias, cauida de Ana. Ella está embarazada.

— Cuídala tu idiota — doy vueltas buscándolo —. Vas a ser papá.¿Qué padre dejaría a un bebé solo?

— Matthias cuidalos...

— Lo haré pero junto a ti — de pronto no siento su voz —. ¡Will!¡¡WILLIAM!!

—¡¡WILLIAM!!

Me despierto agitado llamando a Will. Me incorporo buscando mi teléfono por todos lados, lo encuentro en el piso y marco rápidamente el número de Will. Me tiemblan las manos mientras suenan los tonos. Para mi suerte al tercer tono se descuelga la llamada.

— ¡Will!¿Donde estas?

— El número que intenta contactar no existe, por....

Cuelgo estrellando el teléfono contra la pared. Mi respiración se vuelve descontinua haciendo templar completamente mi cuerpo. La vista se vuelve borrosa volviéndome un incompetente al intentar ponerme de pie. Me recuesto en el piso regulando la respiración mientras cierro los ojos temblorosos. Pastillas. Necesitaba las pastillas que me entregó Andre. Tire del cajón dejando todo lo que se encontraba en su interior en el piso, el franco estaba ahí. Lo destape pero para mi suerte estaba bacio, no quedaban más pastillas. Maldecía en voz alta mientras rebuscada en el otro cajón un teléfono, lo encontré y al instante marque el número de Andre. No pasó mucho tiempo hasta que contestara.

— ¿Y este milagro?

— Necesito pastillas — dije más agitado de lo que quise —. Se me acabaron.

— ¿Ya te acabaste el frasco? — dijo sorprendido —. Solo ha pasado una semana.

—  Necesito pastillas — repetí de mal humor.

— Sabes que drogarse hasta la médula no resolverá el problema Matt — me reprocho como un padre —. Tienes que recibir ayuda psicológica además de médica.

— ¿Me lo vas a dar o no? Papá.

Se escucho su suspiro del otro lado de la línea.

— Ven a mi consultorio o a la casa, Sam sabe dando se encuentran.

— Esta bien, gracias.

— No me lo agradezcas, solo trato de mantenerte con vida lo más que puedo.

— Ja, como si fuera tan difícil — colgué antes de que me sermoniara.

Me quedé sentado mirando un punto fijo hasta sentirme en condiciones de pararme. Un ruido fuerte sonó desde la cocina segudo de ladridos de Reina. Suspiré cansado dirigiéndome hacia el pasillo. En el camino a la sala el dolor de cabeza me pulsaba como miles de agujas a la vez. Otro ladrido se Reina resonó en todo el lugar.

— ¿Qué pasa? — entre a la saca con mala cara.

El lugar se lleno de un silencio. No podía creer lo que estaba viendo — o si lo podía creer, estaba en frente mío — estaba Reina en guardia mostrando su desconfianza a la persona que tenía en frente. Estaba doña Lucí y Nicole sujetando un cucharón con fuerza. Por lo visto estaban forcejeando por el. Nicole rápidamente lo soltó haciendo que doña Lucí perdiera el equilibrio antes de acercarse hacia mi con una gran sonrisa.

La vida no es de color rosa[+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora