Capítulo 25: la verdad

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Matt

Los jadeo de Beatriz golpeando contra mi piel mientras regulaba la respiración en cada embestida, mientras nustros cuerpos chocaban sonoramente haciendo que su cuerpo se contrajera en cada embestida de placer. Mis manos entrelazadas con la de ella en cada lado de su cabeza, sus ojos llorosos, sus labios temblorosos y inchados de tanto morderlo, curarlos y succionarlos, su pecho que se movía de arriba a bajo descontinuamente mientras su mirada se coordinaba con la mía era una imagen magnífica a desde mi posición. Acelere el ritmo a la ves que el places ávisaba que estaba por llegar. Mis caderas se sincornizaron con las de ella mientras mi pene entraba y salía rápidamente apuñalado su útero una y otra vez. Me rodeó con sus manos escondiendo su cabeza en mi cuello mientras la follaba bruscamente hasta que llege al final adentro de ella. Nos quedamos abrazados por un tiempo mientras su cuerpo temblaba en mis brazos y yo olía su olor de pelo respirando con dificultad.

— Te dije que no lo isieramos — comentó —. Llegare tarde a mi clase.

— ¿Follar?

Me pellizca en la espalda, fulmiandome con la mirada.

— Hacer el amor — me corregí poniendo los ojos en blanco —. Me encanta hacer el amor contigo, cariño.

— Pues no es bueno hacerlo todo el tiempo — se levantó dejándome solo —. ¿Me llevas a la universidad?

— ¿Puedo negarme? — volví a acostarme.

— No.

Me sacó la lengua antes de entra al baño, sonreí mientras volvía a acomodarme para recuperar las fuerzas. Este último tiempo nos habíamos vuelto mucho más activos en el sexo, mucho, muchísimo para mi suerte. Parecíamos conejos las veinticuatro horas del día, solo nos detengamos cuando Beatriz tenía que ir a la universidad o yo tenia trabajo. Para mi sorpresa vivir con ella lo sentí muy natural y cómodo. Al principal pensé que no funcionaria convivir juntos por nuestras personalidades distintas pero fue mucho mejor de lo que pensaba. Ya era normal verla en la casa cuando llegaba del trabajo, comer junto a ella todos los días, sus cosas en el baño junto a las mías y dormir juntos.

— ¿Todavía no te vistes? — salió del baño lista para irnos.

— Te esperaba para la siguiente ronda — sonreí —. Sabes que yo no te reprendere por no ir un día a clases.

— Vístete que tengo que llegar a tiempo — me fulmino con la mirada.

— ¿Qué cosa importante?

— Tengo un examen final y después de clases tengo una reunión con un comprador de cuadros  — dijo mientras me tiraba unos pantalones —. Quiero ser profecional asique apúrate.

— ¿Es hombre? — dije con el entrecejo arrugado.

— Si ¿Porqué?

— ¿Cuantos años tiene?

— Esta casado y tiene hijos — puso los ojos en blanco —. No seas paranoico.

— Qué tenga mujer e hijo no quita que pueda verte el culo.

— El único pervertido que me ve el culo eres tu. Apresúrate.

— ¿Y como no? Con semejante culo que te tra...

— ¡¡Matthias Michael Mikaelson!!

Gruta mi nombre haciendo que pege un salto del susto. Carajo, esta mujer aparte de ser muy tranquila también daba miedo cuando quería. Me apresure a vestirme en silencio mientras ella me esperaba en la sala un pocos ansiosa y nerviosa. En el auto no mejoró sino que empeoraba cada vez más, temblaba de nervios e incluso se comía la uñas. Una vez que frene la mire al ver que no se despedía ni se desabrochaba del sinturon.

La vida no es de color rosa[+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora