Capitulo 21: Hola

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Bea

— ¿Es broma?

Lo mire como si me estubiera gastando una mala jugada. No podía ser que en los últimos días Bart allá cambiado tanto. Teníamos sexo cuando y como el quería, no respondía mis mensajes, no quería que estubiera serca de Hayley por el incompetente que tubueron un día y desde ese entonces eh mantenido mi distancia de ella por el. Estaba más irritable de lo normal y en varias ocasiones peleábamos por tontos celos de Bart con chicos que solo me miraban o saludaban. Esta mañana al despertar lo vi a mi lado, la noche anterior había estado con sus amigos bebiendo hasta altas horas de la noche. En su camisa encontré marcas de labial de otra mujer, era imposible que fuera yo y más ese tono de rojo fuerte.

— ¿Qué pasa ahora? — suspira en la cama.

— ¡Esto! — le muestro la camisa —. Será mejor que tengas una buena explicación.

— Debió der una de las chicas cuando estaban borrachas, no pasó nada — no parecía importarle mucho.

— ¿Esperas que me lo crea? — me cruce de brazos enojada —. Ni que estubiera ciega.

— Si no quieres creerme no es mi puto problema — se incorporó molesto —. Si te digo que no paso mada es porque no pasó nada.

— Okey.

Ya había pasado muchos días en los que me di cuenta que Bart y yo no conectabamos en casi nada. Estoy días dormí en su casa por lo acosadores que fueron mis padres para que los contactara y fiera a la vendita fiesta. Al no responderles los llevo a mandar a sus hombres y incluso ellos mismos vinieron al no tener noticias mías. La casa de Bart era el único lugar al que no podrías saber o por ahora. Estos días fueron suficiente para dar cuenta que vivir con Bart no llegaría a ningún lado y menos sus comportamientos tóxicos.

— Es mejor que lo dejemos aquí — dije recogiendo mis cosas.

— ¿Qué?¡Espera! — se apresuró a detenerme —. No te lo tomes a pecho.

— No me lo tomo a pecho, solo me doy cuenta que no llegaremos a ningún lado — segui guardando mis cosas en la maleta —. Sueltame.

— Detente, estas siendo precipitada — me sacó mis cosas de la mano —. Te digo que no pasó nada, encerio.

— Ya te escuche ahora déjame continuar.

— ¡Qué lo dejes!

Me tiro hacia atrás con fuerza antes de tirar mis cosas a la maleta con fuerza y patearla a la esquina. Me quedé helada por el golpe de ira que tubo. Se volteo hacia mi tomándome de la cara con fuerza.

— ¿Qué parte no entiendes?

— Me estas aciendo daño — me aferre a su manos —. Sueltame.

— No hasta que digas que no te iras — aumentó la fuerza.

— ¡Qué me sueltes! — grite de dolor.

—¡Dilo! — insistió.

— No quiero —empese a forcejear —. Déjame ir.

— No te dejaré ir — me levantó sin problemas y me tiró en la cama —. Eres mía, eres mi novia.

— Ya no quiero serlo — me incorpore —. Déjame ir.

— ¡No te dejaré ir! — empezó a desvertirme —. No te iras, nunca lo harás.

— ¡Bart detente! — empezaba a tener miedo.

— ¡No me dejaras nunca en tu vida!¡Solo en la muerte — me miró fijamente y un escalofrío me recorrió —. Te amo, Beatriz siempre he deseado que fueras mía y ahora que te tengo nunca te dejaré.

La vida no es de color rosa[+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora