Bea
— ¿Es broma?
Lo mire como si me estubiera gastando una mala jugada. No podía ser que en los últimos días Bart allá cambiado tanto. Teníamos sexo cuando y como el quería, no respondía mis mensajes, no quería que estubiera serca de Hayley por el incompetente que tubueron un día y desde ese entonces eh mantenido mi distancia de ella por el. Estaba más irritable de lo normal y en varias ocasiones peleábamos por tontos celos de Bart con chicos que solo me miraban o saludaban. Esta mañana al despertar lo vi a mi lado, la noche anterior había estado con sus amigos bebiendo hasta altas horas de la noche. En su camisa encontré marcas de labial de otra mujer, era imposible que fuera yo y más ese tono de rojo fuerte.
— ¿Qué pasa ahora? — suspira en la cama.
— ¡Esto! — le muestro la camisa —. Será mejor que tengas una buena explicación.
— Debió der una de las chicas cuando estaban borrachas, no pasó nada — no parecía importarle mucho.
— ¿Esperas que me lo crea? — me cruce de brazos enojada —. Ni que estubiera ciega.
— Si no quieres creerme no es mi puto problema — se incorporó molesto —. Si te digo que no paso mada es porque no pasó nada.
— Okey.
Ya había pasado muchos días en los que me di cuenta que Bart y yo no conectabamos en casi nada. Estoy días dormí en su casa por lo acosadores que fueron mis padres para que los contactara y fiera a la vendita fiesta. Al no responderles los llevo a mandar a sus hombres y incluso ellos mismos vinieron al no tener noticias mías. La casa de Bart era el único lugar al que no podrías saber o por ahora. Estos días fueron suficiente para dar cuenta que vivir con Bart no llegaría a ningún lado y menos sus comportamientos tóxicos.
— Es mejor que lo dejemos aquí — dije recogiendo mis cosas.
— ¿Qué?¡Espera! — se apresuró a detenerme —. No te lo tomes a pecho.
— No me lo tomo a pecho, solo me doy cuenta que no llegaremos a ningún lado — segui guardando mis cosas en la maleta —. Sueltame.
— Detente, estas siendo precipitada — me sacó mis cosas de la mano —. Te digo que no pasó nada, encerio.
— Ya te escuche ahora déjame continuar.
— ¡Qué lo dejes!
Me tiro hacia atrás con fuerza antes de tirar mis cosas a la maleta con fuerza y patearla a la esquina. Me quedé helada por el golpe de ira que tubo. Se volteo hacia mi tomándome de la cara con fuerza.
— ¿Qué parte no entiendes?
— Me estas aciendo daño — me aferre a su manos —. Sueltame.
— No hasta que digas que no te iras — aumentó la fuerza.
— ¡Qué me sueltes! — grite de dolor.
—¡Dilo! — insistió.
— No quiero —empese a forcejear —. Déjame ir.
— No te dejaré ir — me levantó sin problemas y me tiró en la cama —. Eres mía, eres mi novia.
— Ya no quiero serlo — me incorpore —. Déjame ir.
— ¡No te dejaré ir! — empezó a desvertirme —. No te iras, nunca lo harás.
— ¡Bart detente! — empezaba a tener miedo.
— ¡No me dejaras nunca en tu vida!¡Solo en la muerte — me miró fijamente y un escalofrío me recorrió —. Te amo, Beatriz siempre he deseado que fueras mía y ahora que te tengo nunca te dejaré.
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La vida no es de color rosa[+18]
Любовные романыBeatriz con tan solo dieciocho años, se entera que tiene cáncer. Sin tener algún plan o deseo, decide vivir su vida como la de cualquin adolecente sin que se entere nadie de su enfermedad menos su mejor amiga, Heyley. Una noche es arrastrada por Hay...