Capítulo 19: un error

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Matt

Recuerda, recuerda, recuerda... ¡Joder recuerda!¿Qué mierda paso es noche? No pude dormir con ella, no, nunca me acostaria con ella sabiendo que es la amiga de Beatriz. Algo está mal, por muy borracho que estubiera nunca lo haría ni en el momento de más desesperación de mi vida. Nunca le haría eso a ella, nunca la haría llorar de mi propia mano. En ese momento los recuerdos que eran borrosos empezaron a aclararse y ser más nítidos. Ya lo recuerdo, lo que paso esa maldita noche.

Después de que Beatriz se pusiera del lado de esa niño y me tratara como el peor aminas en la tierra me diriji a buscar mis cosas en la casa. Fui recibido por esos pesados de Patrick y Rachel que al ver mi cara se sorprendieron y empezaron a burlarse de que estaba celoso de Beatriz ¿Y como no estarlo? Si se trataba de mi mujer. Rachel empezó a decir que restaba enamorado y que parecía un idiota celoso, no le respondí y salí de la casa. Ya en el auto repase sus palabras una por una ¿Estaba enamorado? No, solo la quería como la mujer con laque me he acostado este último tiempo, solo eso. Yo nunca me he enamorado y no lo are, porque el amor no es para mi, lo único que puedo ofrecerle es cariño en la cama solo eso. Prendí el auto y me diriji al bar más sercano que encontré, adentro había gente bailando y pocas personas en la barra. Le indique al bartender que me sirviera un trago de los más fuertes, me lo tomé de un trago y le endique que sirviera el siguiente. Volví a tomarlo como agua pero esta vez en ves de que me sirva otro trago me quede con la botella. Ya la llevaba por debajo de la mitad y el alcohol estaba haciendo su trabajo, terminé el último trago y el bartender trato de quitarme la botella.

—¿Como te llamas? — le pregunte.

— ¿Como dijo?¿Yo?

— ¿Hay alguien más aparte de ti?

— Dylan, señor.

— Damon ¿Alguna vez una mujer te dejó por otro? — me tome las gotas que quedaban en el vaso.

— No puedo hablar con los clientes, señor y menos de mi vida privada — inquirió.

— Yo te pagaré las horas que trabajas — indiqué sacando mi billetera —. ¿Cuanto es?

— No puedo señor.

— ¿Cuanto? — insistí.

— Diez dólares por noche — respondio.

— Ten cien dolares.

— No puedo señor.

— ¿Es poco? Entonces mil dolares.

— No es eso — suspiró —. Hablaré con mi jefe y vuelvo.

Como dijo fue y hablo con su feje, al cabo de unos segundos  volvió a mi lado indicando que era mío el podré chico.

— ¿Por donde iba? —me había perdido.

— Si alguna ves una mujer me dejo por otro — me ubicó.

— Ah, si ¿Y te paso?

— Una vez.

— Ajá — dije para que siguiera.

— Teníamos dos años de novios, le propuse matrimonio y acepto — se cruzo de brazos encima de la barra —. En su noche de soltera la llevaron a una cabaña en donde se encontraba su ex amor para que pasarán su última noche juntos antes de que se casara conmigo.

— Qué puta la desgraciada — me amarge y no era yo a quien le habían puesto el cuerno.

— El día de la boda mientras intercambiamos nosotros botos paro la boda y me confesó que se costó con su ex amor y que lo amaba... después de eso salio de la iglesia y se de atrás de él.

La vida no es de color rosa[+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora