Capítulo 8

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Esa noche lo cambió todo. Me hizo comprender la importancia de los Guardianes. Lo había visto de cerca, ese hombre había consumido por completo el alma de una persona. Había sentido como se exhalaba una vida cuando se había roto el cristal y escuchado el aterrador grito de la esencia de una persona al desaparecer. Las almas estaban tan cosificadas en Soulhaven que, parecían tan solo una espesa niebla que circulaba por ella. Pero, eran personas, y eso era algo que había olvidado. Después, nada volvió a ser igual.

Me levanté como un resorte de la cama y busqué a Yulian por toda la casa. Hasta que lo encontré dando largos sorbos a una taza de café en el comedor. Como si nada de lo que hubiera ocurrido la noche anterior le importara lo más mínimo.

Esa noche yo había estado demasiado avergonzada, para hacer las preguntas que quería. O tal vez, no había reflexionado lo suficiente acerca de los eventos transcurridos, para llegar a formularlas. Me sentía humillada por haber sido cazada en el acto de espiar a alguien de una forma tan penosa, pero también ignorante por no comprender del todo lo que habían visto mis ojos. Y con todo eso, dos preguntas salieron de mi boca en ese comedor:

- Tenemos que hablar.

- La temible frase.

- En serio Yulian, tengo preguntas.

- Que no tendrías si te hubieras quedado en casa como tocaba Artemisa.

- Bueno, pero no lo hice y ahora las tengo. Esos hombres... eran traficantes de almas ¿no?

- Vaya forma de malgastar una pregunta.

- No sabía que tenía un número limitado.

- No lo tienes, pero esperaba no aburrirme ya a primera hora de la mañana.

- Esa alma... la que estaba en un frasco. ¿A quién pertenecía?

- A alguien importante. No es una persona, ha sido muchas. Las almas vuelven una y otra vez a los distintos mundos, siempre que alguien no las consuma como hizo el estúpido de Essos.

- ¿Y cómo la consiguió?

- Bien, ya vas afinando. Esa es la verdadera cuestión. Porque se trataba de un alma que estaba dentro del Laberinto. Y no sabemos cómo alguien consiguió sacarla.

- Pero, pensaba que solo los Guardianes podían entrar en el Laberinto.

- Pensabas bien. Pero el Consejo está corrupto, es demasiado goloso el poder que ofrecen las almas para que no sea así.

- ¿Entonces?

- Bienvenida a mi mundo Artemisa, donde las almas son monedas de cambio y los Soulhunters sus comerciantes.

- Pensaba que eran sus protectores

- Tu madre lo pensaba. – intervino Pyron que había estado callado, recostado en la chimenea todo el tiempo.

- ¿Sora? – pregunté.

- Aurora. – afirmó él.

- ¡Pyron! – le regañó Yulian, pero era demasiado tarde, yo ya lo había escuchado.

- Ella también intentó desmantelar a los Soulhunters que se aprovechaban del sistema.

- ¿Qué?

- ¿No creerías en serio que la muerte de una de las Soulhunters más poderosas había sido un accidente? – continuó Pyron.

- Pero yo lo vi. – me defendí.

El Laberinto de AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora