Pyron desapareció entre la materia oscura. Y el miedo dio paso a un sentimiento mucho mayor. La pena. Era una tristeza de una envergadura inmensa. Mi corazón se acababa de partir por la mitad y no sabía qué hacer con ello. Ni siquiera era consciente de en qué momento había llegado a querer a esa criatura, pero así había sido. Y ahora había desaparecido por mi culpa. Igual que mis padres. Igual que cada cosa que tocaba. Puede que mi Forma fuera el mejor reflejo de mí misma. El don de absorber todo aquello que importa.
No me di cuenta de que tenía el rostro empapado hasta que Yulian pasó su dedo gordo por mi mejilla. No sabía en qué momento se había acercado tanto a mí. Pero vi entonces que el portal se había estabilizado. Sora y Chiara se abrazaban la una a la otra agazapadas en una esquina. El terror se palpaba en el ambiente, no obstante, el aire se había vuelto sumamente tranquilo. Como si nada hubiera ocurrido en ese jardín. Como si el mundo no hubiera estado a punto de acabar.
- Pyron... - fue todo lo que alcance a decir.
Los brazos de Yulian me estrecharon con fuerza y poco a poco fui recuperando la calma que había perdido. La materia oscura de mi alrededor desapareció, se reabsorbió dejando únicamente el cielo azul detrás. Y yo sentía que me había quedado vacía. Que no quedaba nada ya más que pudiera dar, o arrebatar a este mundo. Ya había hecho suficiente. Solo quería desaparecer, hacer como si nunca hubiera existido.
- Chss... - me dijo Yulian – No pasa nada, lo arreglaremos.
- ¿Cómo? – inquirí indignada – Pyron ya no está y es todo culpa mía.
- Pyron sigue vivo. – anunció él.
- ¿Cómo puedes saberlo? No sabemos a dónde diantres lleva ese portal.
- Confía en mí Artemisa.
Quise hacerlo. Quise creerlo. Confiar en él. Pero a él no se le había escapado entre sus dedos Pyron. Él no había soltado a su único amigo cuando más lo necesitaba.
En ese momento lo tuve claro, el final inevitable al que nos avocábamos, la muerte. La muerte de todos y cada uno de los que se acercaran a mí. Inclusive la mía propia. Ese era el final de la historia que estaba por escribir. Y tenía clara una cosa. Me negaba a presenciarlo.
Aparté a Yulian con brusquedad y salí corriendo. Y él vino detrás de mí. Esta vez corrió todo lo rápido que podía y no tardó en alcanzarme. A penas habíamos salido de Soulhaven cuando lo hizo. Estábamos en las lindes del bosque. El mismo en el que horas antes todo había parecido que saldría bien. Que sería una historia hermosa.
- No huyas. Lo solucionaremos.
- ¿Cómo?
- Todavía no lo sé.
- No afirmes cosas que no puedes cumplir entonces.
- Artemisa...
- Deja de llamarme así. No soy una guerrera, soy la destrucción, soy Pandora y su caja. No soy ninguna diosa.
- Yo creo que lo que he visto hace un momento se parece bastante a la fuerza de un dios.
- Yulian.
- ¿Qué? ¿Dónde vas a esconderte de ti misma Casilda?
- Me vuelvo a casa.
- ¿Y allí no te pondrás triste, ni enfadada? ¿allí no amarás a nadie?
- No
- ¿Cómo lo sabes?
- Porque no estarás tú Yulian. Ahora vete. Y déjame en paz. Creo que ya has hecho suficiente.
- Así que es eso. Ahora, todo esto es culpa mía.
- Fuiste tú el que me secuestraste en mitad de la noche para traerme hasta aquí. Había un motivo por el que mis padres me habían mantenido alejada de este mundo. Y ahora sabemos cuál.
Entonces una tercera voz interrumpió nuestra conversación.
- Tus padres tenían otros motivos para esconderte Casilda. – dijo Sora.
- Mamá. – le regañó Yulian.
- Oh, hijo, ya basta. He tenido suficientes secretos con esta chica. Y contigo también Yulian. Hay cosas que no sabes. Razones que nunca te explicó tu padre cuando te pidió en su lecho de muerte que la trajeras. Hay una razón por la que Damon la quiere. Por la que los esbirros de Asmodeo fueron a buscarla esa noche.
- ¿De qué estás hablando? – inquirí desconcertada - ¿Damon el padre de Marco? ¿Quién es Asmodeo? ¿Me buscan a mí? ¿Por qué?
- Porque eres la hija de Asmodeo, uno de los grandes demonios Casilda. De ahí que tengas una Forma tan peculiar. Yo no sabía que ese sería el resultado. Pero cuando te he visto hoy rodeada de la materia oscura, lo he visto claro. – espetó Sora.
- ¿Demonios? – pregunté.
- ¿No le has explicado nada Yulian? – cuestionó Sora.
- Es lo que ocurre con los Darkhunters cuando consumen su propia alma. Se vuelven eternos, infinitamente poderosos, porque toman la energía vital de todo lo que les rodea, de forma permanente. No es un instante ¿entiendes? No es limitado el poder, es un flujo constante. Pero al no tener alma, bueno, no se puede apelar a nada que no sea la razón con ellos. No sienten ni padecen. No se dejan llevar por sentimientos, puesto que no los tienen. No empatizan, no...
- Son puro egoísmo. – le interrumpió Sora.
- ¿Y decís que uno de esos demonios es mi padre?
- Sí. Aunque nunca había sabido que razones tuvo para concebirte hasta ahora. - explicó Sora.
- ¿Y mi padre?
- Tu padrastro – corrigió Sora. – Era el mortinato del que en teoría estaba enamorada tu madre. No te lo puedo contar porque no estuve ahí. Pero tu madre nos juro y perjuro a Berkher y a mí que Asmodeo la había violado. Nunca sabremos la verdad.
Me limité a asentir. Era demasiada la información que tenía que procesar. En parte eran las respuestas que había buscado desde el día que descubrí Almafera. Pero iban más allá. Las implicaciones que tenía todo lo que Sora acababa de decir me sobrepasaban. No quería, no podía asumirlas.
Así que hice algo que no me creía capaz de hacer. Reuní fuerzas de donde no las tenía y avancé con calma por el bosque. Yulian me siguió sin decir nada. Él no tenía ni idea de lo que estaba a punto de hacer. De cómo pensaba cambiar nuestras vidas y las de todos los habitantes de Soulhaven para siempre. De haberlo sabido habría intentado detenerme, pero creo que él pensaba que solo necesitaba tiempo. Ojalá hubiera sido cuestión de tiempo. Ojalá esas heridas las curara el paso de los años. Sin embargo, yo había perdido demasiado en muy poco tiempo. Pyron solo había sido la gota que colmaba un vaso a punto de romperse.
Finalmente llegamos al Portal y Yulian comenzó a comprender. O eso pensaba él.
- Ya lo hemos hablado Artemisa, esto no solucionará nada.
- Te equivocas, esto lo cambiará todo.
Sin esperar respuesta, me adentré a través de él. Y nada más atravesarlo lo absorbí.
Instantes antes no sabía cómo lo haría, pero tenía la certeza de que podría hacerlo. Si yo lo había creado en algún momento, yo podría cerrarlo. Ya no había forma de que Yulian, ni nadie se arriesgara de nuevo a ponerse en contacto conmigo. Y en un mundo donde las almas no flotaban a mi alrededor, era mucho más difícil que mis poderes se desataran. Con un simple gesto nos había puesto a todos a salvo. O eso creía yo.
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El Laberinto de Almas
FantasyUnas pruebas mortales transcurren en el Laberinto de Almas. Allí Casilda deberá demostrar que tiene lo que hay que tener para convertirse en Guardiana. Pero antes de eso, deberá descubrir qué clase de Soulhunter es ella y los intrincados secretos qu...