Yulian se volvió a marchar y a partir de ese día mi mundo giró únicamente en torno a una cosa. Las Pruebas del Destino. Tuve que dejar a un lado mis investigaciones acerca de los Soulhunters y de mi madre, para centrarme en sobrevivir, aunque todavía no sabía a qué, ni cómo lo iba a lograr.
Pyron me entrenaba a diario. Me hacía ir a correr, levantar pesas, y todo tipo de ejercicios de calistenia. Yo que a penas era capaz de hacer una sentadilla, veía todo aquello como el mayor de los castigos que me podrían haber impuesto. Lo peor de todo era que yo lo elegía. Yo me levantaba cada mañana antes del alba y despertaba a Pyron para que me acompañara a hacer los kilómetros de rigor. Yo desayunaba unos huevos con pan negro y me bajaba cada día al gimnasio, donde hacía cada una de las cosas que me pedía Pyron. Y yo daba palizas a diario a un saco de arroz con forma humana.
Los progresos habían sido muy rápidos lal principio, el mero hecho de no tener agujetas me parecía un logro, pero conforme pasaban las semanas, los avances disminuían.
- Ponme más peso – le decía a Pyron.
- Sí y te rompes la espalda, no gracias. – me respondía, y llevaba razón.
Y no era que tuviera ganas precisamente de cargar más kilos, pero el paso de los días solo significaba una cosa, las Pruebas se aproximaban y mi miedo crecía. Había llegado a entender, que aquello era algo para lo que la gente se preparaba desde niño, como era el caso de Chiara.
Ella igual que yo realizaba sus ejercicios todos los días. Y era increíble. Más fuerte de lo que podría haber imaginado, más rápida, y sobre todo más lista. Esquivaba los golpes de las nailballs de entrenamiento con audacia, y propiciaba otros en el punto exacto a mi querido saco. Realizaba circuitos para mí imposibles, saltando de un lado a otro, agarrada únicamente por barras que colgaban del techo o cuerdas. Atravesando de un lafo a otro el gimnasio cada día de una forma.
Estaba preparada, todavía no sabía para que, pero claramente si el físico importaba en algo, ella lo tenía. Y debía de importar porque de lo contrario, quería creer que Pyron no me habría sometido a semejante tortura. Una que no me dejaba ni de lejos, cerca de Chiara.
Sin embargo, un día, de la nada, Pyron exclamó:
- Estás lista.
- ¿Para las Pruebas?
- No me hagas reír anda, que se me va a ir el fuego por el otro lado.
- ¿Entonces?
- Para ponerte a prueba con otros candidatos.
- ¿Qué?
- Si no hay sitio para todos en el Laberinto, intentaran deshacerte de ti, es bueno que practiques cómo defenderte.
- Pero ellos no querrán desvelar sus habilidades.
- Créeme, querrán. El consejo no solo juzga a las personas dentro del Laberinto, las juzga desde que se inscriben.
- Pero yo no estoy inscrita.
- Para eso ya vimos que no estabas lista. Pero eso ellos no lo saben. Además, según el maestro ya tienes las cosas claras. Digo yo que no tardarás.
Así que nos fuimos al parque de Everity, donde los aspirantes se retaban, como si no fuera suficiente el desafío de las Pruebas, en sí mismo. Aunque llamar parque a eso, era una generosa concesión. Era en realidad un centro de entrenamiento al aire libre. Había prácticamente lo mismo que en casa de los Evergrey, lo que me hizo pensar que a lo mejor todas las familias no podían permitirse un equipamiento tan completo.
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El Laberinto de Almas
FantasyUnas pruebas mortales transcurren en el Laberinto de Almas. Allí Casilda deberá demostrar que tiene lo que hay que tener para convertirse en Guardiana. Pero antes de eso, deberá descubrir qué clase de Soulhunter es ella y los intrincados secretos qu...