Capítulo 31

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Me habría pasado la vida entera en ese claro del bosque, apoyada en el pecho de Yulian, disfrutando del rítmico latido de su corazón. Besándolo a cada rato. Observando las esferas de materia oscura que flotaban a nuestro alrededor. Dejándome llevar por él. Me hubiera gustado dejar que me hiciera todo aquello con lo que soñaba sobre la hierba húmeda por el rocío. Hubiera querido aprender a amarlo como él había hecho conmigo. Hubiera deseado acabar lo que habíamos empezado, pero eso no fue lo que ocurrió.

Unos ruidos en la maleza nos interrumpieron. Inmediatamente Yulian adoptó una postura de alerta. Se le tensaron los brazos que, sujetaban su peso para evitar aplastarme, y levantó la vista al frente. Apretó la mandíbula al ver algo que, yo no pude distinguir puesto que, estaba de espaldas, y se levantó de golpe. Se subió rápidamente los pantalones y yo lo imité.

¿En qué estábamos pensando? Estábamos junto a un portal interdimensional, cualquiera podía aparecer en cualquier momento en ese claro. Uno de los guardianes que se dirigiera hacia la tierra o viniera de ella como nosotros.

Un profundo sentimiento de vergüenza se apoderó de mí. Quien fuera que Yulian hubiera visto podía ser uno de los jueces que me observaban. Todo Soulhaven sabría lo que Yulian y yo estábamos haciendo. Lo pensarían, lo sabrían durante cada una de las pruebas a las que me enfrentara en el Laberinto. Todo mi esfuerzo durante los entrenamientos habría sido en balde. Y lo que era peor volvía a estar más lejos de obtener las respuestas que buscaba.

Todos esos pensamientos me cruzaron la mente en un instante. Sin embargo, ninguno de ellos se acercó a lo que ocurrió en realidad. Porque ni mi escenario más catastrófico pudo prever quien nos había visto.

La figura que surgió de entre los arbustos era perfectamente reconocible para mí.

Chiara Evergrey.

Tan extravagantemente hermosa como siempre. Con sus enormes ojos castaños de muñeca de porcelana puestos en nosotros. Y la expresión de la auténtica ira reflejada en su rostro. Se dirigía sin piedad hacia nosotros que todavía estábamos adecentándonos. Yo ni siquiera había logrado incorporarme por completo cuando recibí la primera bofetada. Y Yulian que ya estaba en pie, se tambaleó ligeramente, por la fuerza del impacto, cuando recibió la suya. Fueron seguidas, una detrás de la otra.

- Sois increíbles. – escupió con rabia.

- Rina... - trató de hablar Yulian.

- Ni se te ocurra llamarme así otra vez. Eres despreciable Yulian Evergrey. Ni siquiera te considero mi hermano.

- ¡Chiara! – le regañé yo. - Puede que no te caiga bien, pero algún día te arrepentirás de haber dicho algo así.

- ¿Y tú qué sabes mortinata? No tienes ni puñetera idea de nada. ¿Te crees que, por saltar cuatro obstáculos en un parque infantil, entiendes mi mundo? ¿Te crees que, por tirarte a mi hermano, tienes la más remota idea de lo que está pasando aquí? Eres una estúpida y una inconsciente. Lo has sido desde el día en que llegaste aquí.

- Ya basta Chiara. – la interrumpió Yulian y para mi sorpresa ella se calló.

En ese instante me di cuenta de que a mi alrededor se arremolinaba una masa de materia oscura. Puede que en un principio hubiera sido ella la que estaba furiosa, pero ahora era yo la que se veía dominada por sus sentimientos más primarios. Chiara había ido a darme donde más dolía. Donde no podía controlar lo que sentía.

- ¿Qué es esto? – inquirió aterrorizada.

- Es la Forma de Casilda. – le explicó Yulian mientras yo luchaba por tranquilizarme.

El Laberinto de AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora