Mis días de vuelta en Valencia eran una nebulosa gris, más vacíos incluso que antes de marcharme. No asistía a clases en la universidad porque había dejado el curso a mitad y no parecía tener sentido volver. Tampoco es como que me hubiera estado yendo especialmente bien antes de marcharme. Me pasaba el día en casa sin saber bien qué hacer. Deslizando el dedo sobre mi teléfono para ver TikTok o reels en Instagram o lo que fuera.
Ni siquiera tenía fuerzas para hacer las cosas que verdaderamente me llenaban. No veía series de televisión, ni películas, tampoco leía o salía a pasear. Estaba en un estado completo de desidia. Probablemente si un psicólogo me hubiera visto habría dicho que padecía depresión. Sin embargo, estaba tan sola en el mundo, que nadie se dio cuenta. No tenía amigos, ni familia, no tenía absolutamente nada en Valencia. Había perdido el contacto con la gente del colegio y no había logrado relacionarme de forma estrecha con nadie en la universidad.
Cada día me castigaba por no ser capaz de dar más de mí misma, por no hacer nada productivo con mi vida. Y lo que era peor, no tenía un plan. No sabía qué haría cuando el dinero que mis padres me habían dejado se acabara. No sabía cómo hacer nada. Las cosas que aprendes en el colegio no sirven por sí solas para conseguir un trabajo. Tampoco es como si me viera con fuerzas para mantener un trabajo.
Y luego estaba Yulian porque pensar en él dolía, dolía casi tanto como pensar en Pyron. No sabía en qué momento esos desconocidos habían pasado a formar una parte tan importante de mí. Hasta el punto en que mi vida sin ellos carecía de sentido.
También echaba de menos a Roselyn, a Daniela e incluso en alguna rara ocasión a Sora y a Chiara. Creo que empezaba a entender los motivos que habían tenido para odiarme. Por lo menos en el caso de Sora. No solo era la hija de la mujer a la que su marido había amado, pero era la hija de un demonio que ponía a todos en peligro con mi sola presencia. Aun así, había hecho lo posible para ayudarme. Por evitar que me mataran en la primera ronda de pruebas del Laberinto.
El Laberinto. Nunca sabría cómo era por dentro. Qué secretos ocultaba. Qué me aguardaba tras esas paredes. Por qué el padre de Yulian quería que yo participara en las Pruebas del Destino. Ni siquiera sabía qué parte del código había violado mi madre y por qué la habían condenado a muerte. Todas esas preguntas quedarían en el aire. Sin respuesta para siempre.
No podía creer que todo hubiera acabado así, pero lo había hecho y yo debía encontrar la manera de seguir adelante. Aunque pareciera imposible. También lo habían parecido en su momento las pruebas de agilidad, o las carreras, o tener una Forma. Y todo eso había llegado, también llegaría la manera de recuperarme.
Después de muchos días sin ducharme, tirada en la cama viendo las horas pasar, acabé por levantarme. Era la primera vez que lo hacía en semanas, al menos, sin la intención de abrirle la puerta al repartidor de comida o de ir al baño. No sé muy bien que me dio fuerzas, pero algo dentro de mí me dijo que era importante y lo hice. Fui al baño y dejé que el agua corriera fría, limpiando toda la pena que sentía. Más o menos funcionó, al menos, me sentía más persona cuando lo hice. Y con esa energía renovada, comencé a recoger la cocina.
Al día siguiente repetí la operación, y en esta ocasión limpié mi cuarto.
Fue así como poco a poco, de la forma más inesperada mi vida comenzó a reiniciarse. Volví a la vida, tras un tiempo en el que había estado inerte, por mucho que respirara.
Encontré trabajo en la cafetería de bajo de mi casa. Y ahí fue donde mi mundo empezó a sonar mejor. Estaba lo suficientemente ocupada para que mi cabeza no estuviera permanentemente en Almafera y en Soulhaven.
Allí conocí a Carolina que, era lo contrario a mí. Al menos a mí en ese momento de mi vida. Era una mujer de mediana edad, pero era todo vitalidad y juventud. Se pasaba el día andando de un lado para otro en la cafetería, siempre con una sonrisa en la boca. Charlaba con todos los clientes sobre cualquier cosa, tenía conversación para todos. Yo parecía una sombra lúgubre a su lado. Pero a mí, como a todo el mundo, me gustaba estar cerca de ella. Era como si te llenara con su energía.
Por eso, el lunes que me pidió que le cambiara el turno porque su hijo se había metido en problemas en el colegio, lo hice sin pensarlo dos veces. Y fue por ese motivo que estaba el martes en casa. Un día que bajo otras circunstancias habría estado en la cafetería. Concretamente, a esas horas, las once de la noche, limpiando y recogiendo para el día siguiente.
El destino es así de caprichoso supongo. O a lo mejor lo tenían todo planeado. Puede que me hubieran estado observando todo ese tiempo, esperando el mejor instante para atacar, aguardando el día en que casi había olvidado que existían. No supe si fue una cosa u otra. Lo que sí supe, fue que esa noche mientras veía el televisor, tres sombras me atacaron.
El primer darkhunter me rodeó por detrás con su brazo ahogándome y me tapó la boca, el segundo me agarró las piernas y el tercero comenzó a atarlas con una soga. Ni siquiera tuve tiempo de gritar ni de defenderme. Habían sido perfectamente sigilosos, o yo había estado demasiado abstraída. Forcejeé cuanto pude inútilmente, pero estaba perdida. Yo lo sabía y ellos también.
Me iba a dar por vencida. Entonces recordé a Pyron. Recordé cada uno de sus consejos, cada palabra que me había ido diciendo durante los entrenamientos. Respiré hondo. No era la más fuerte, ni la más rápida, tampoco la más lista. Pero había una cosa, tenía algo que no poseía todo el mundo. Yo no me rendía.
Además, no sólo eso, ahora era más fuerte, tenía una oportunidad real que no había tenido aquella primera noche. Empleé toda mi fuerza para lanzar una patada con las piernas al chico que me ataba las piernas, golpeándole en la cara, el otro joven ni siquiera pudo evitarlo. Y se vio obligado a soltarme las piernas cuando lo golpeé a él también. Aquello me revitalizo, una corriente de energía me recorrió. Dándome esperanza por primera vez en meses.
Aproveché toda la confusión que se había generado para zafarme del agarre en las muñecas volteando las mismas. El punto más débil siempre son los pulgares había dicho Pyron, así que flexioné el brazo y logré que me soltara las manos. La intrusa trató de agarrarlas de nuevo, pero yo estaba preparada y no se lo permití. Me moví con toda la rapidez que pude para escapar de los tres.
¿Quiénes eran y qué hacían en mi casa? Fue lo primero que pensé. Sin embargo, yo sola pude responderme a esa pregunta. Al fin y al cabo, Sora me había advertido de que esto podía suceder. Me lo había dicho, no podría esconderme. No de ellos, no de los demonios, los darkhunter me buscaban, los que habían mandado a por mí la noche en que conocí a Yulian.
Estaba de pie frente a ellos. Tres contra uno, lo que era peor, tres darkhunters experimentados contra una novata. Sin embargo, no pensaba rendirme. Eso ya lo había decidido. Lucharía con todo lo que tenía y probablemente sería en vano, pero eso no importaba. Porque esa era yo, la chica que luchaba hasta el final.
No tuve ni un segundo para poder mantener esa confianza en mí misma. Tan pronto como había logrado deshacerme de ellos, los tres se abalanzaron sobre mí y comenzaron a golpearme. Me llevaron al suelo en cuestión de instantes. Me dolía cada articulación, cada musculo de mi cuerpo. Pero yo seguía moviéndome, no podía dejar de hacerlo, porque cuando lo hiciera, sería el fin.
Saqué fuerza de donde no la tenía, y logré incorporarme, cargando a la espalda a la chica y con los otros dos golpeándome en el frente. Notaba el sabor a hierro en la boca. No había una parte de mi cuerpo que no crujiera. Yo seguí peleando. A ratos, conseguía desprenderme de alguno, pero era en balde, al poco volvían al ataque. Estaba empleando todo mi cuerpo y sabía que no era suficiente. Patadas, puños, arañazos, mordiscos, no importaba. Tendrían que matarme para llevarme con ellos.
Y entonces él apareció.
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El Laberinto de Almas
FantasyUnas pruebas mortales transcurren en el Laberinto de Almas. Allí Casilda deberá demostrar que tiene lo que hay que tener para convertirse en Guardiana. Pero antes de eso, deberá descubrir qué clase de Soulhunter es ella y los intrincados secretos qu...