Parte 1: Destino

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Amma despertó como cada día, sola, se levantó y se preparó para ir a la escuela.

Ella iba en segundo año de preparatoria y había vivido sola desde los seis, solo por un accidente.

Saliendo de su hogar miró a todas direcciones, solo para encontrarse con el mismo ambiente de siempre.

Personas en la calle orando a su dios por piedad, gente que trabajaba en un trabajo que los explotaba portando un dije.

Ella no creía en un dios, no, porque desde siempre ha sabido que estaba sola, ella había trabajado por ella y salido adelante por ella misma, no había nadie que se preocupara por ella y tampoco lo necesitaba.

Una mano la sacó de sus pensamientos, era Tara, una pequeña de tan solo siete años, la cual estaba en situación de calle, pero era una niña muy inteligente, Amma lo sabía porque por la tarde le compartía algunos de sus conocimientos y al día siguiente parecía ya haberlo dominado por completo.

- Buenos días, Angi -Saludo la pequeña.

Amma suspiró, esa pequeña siempre le había llamado así porque para ella era un ángel que cayó del cielo.

- Buenos días, pequeña, ¿Cómo está tu mamá?

- Sigue enferma...

A Amma se le apretó el corazón, no le gustaba verla triste.

- ¿Está muy mal?

- Si, no le veo mejoría...

- Hoy salgo temprano del trabajo, ¿Qué te parece si te busco y luego atiendo a tu mamá?

- ¿Lo harías mi ángel?

- No soy un ángel, pero si

La pequeña la abrazó y ella le correspondió al abrazo.

- Para mí eres un ángel... Tengo algo para ti

  Tara se separó del abrazo y saco un dije que le dejó entre sus manos.

  - Tara, ¿De dónde lo sacaste? -Preguntó curiosa.

  - Lo encontré tirado y de inmediato pensé en ti... Quedatelo para que te proteja

  Amma se iba a negar pero al ver sus ojitos brillando no pudo rechazarlo, era un inocente acto de una inocente niña, le conmovió el corazón.

  - Gracias, ya me siento más segura

  Ambas se despidieron y luego Amma se dirigió a la escuela.

  En la escuela no todo era muy diferente, ella no tenía amigos, era casi invisible salvo a la hora de hacer equipos, todos querían estar con ella porque sabían que tendrían la nota asegurada.

  Ella además de la primera de la clase era la favorita de los maestros, pero no era la primera de la clase porque quisiera, lo era porque necesitaba serlo, así tener una beca que le garantizaba los estudios.

  Nadie le hablaba salvo una chica llamada Fani, Fani era inteligente pero no le pisaba ni los talones, Amma usualmente le correspondía los saludos y le contestaba, pero no interactúaba mucho con ella.

  - Buenos días, Amma -Saludó Fani.

  - Buenos días, Fani

  - Hoy aplicarán examen, ¿Nerviosa?

  - No, ¿tu?

  - No, estoy emocionada

  - Eso es bueno -Dijo tomando su lugar.

  - Si hablaras más seguro tendrías más amigos

  «¿Y tener cerca a gente interesada que solo quiere usarme? Nunca» Pensó para ella.

  - No me gusta hablar

  Y con esas sencillas palabras acabó la conversación.

  El profesor llegó y empezó a repartir las hojas de examen.

  Después de clases los resultados estaban ya en el pizarrón de anuncios.

  Amma se acercó y simplemente miro el primer lugar, ahí estaba ella, con eso se dió la vuelta.

  Su escuela estaba frente a una carretera y el gobierno no se había molestado en poner un puente, así que siempre se cruzaba en grupos, pero está vez ella estaba extrañamente sola.

  Miro a ambos lados antes de cruzar y no vió ningún peligro, por lo que empezó a cruzar.

  - ¡Amma!

  Ella escuchó su nombre pero era muy tarde, un auto salió de la nada y la arrasó, Amma estaba en el suelo, sentía frío, miró en dirección a donde había salido la voz, era Tara, maldijo internamente.

  No sentía su cuerpo, era como si se hubiera hecho piedra, odiaba saber que no se salvaría, pero agradeció que Tara fuera el último rostro que vería, pero lamentaba que ella tuviera ese último recuerdo de ella así, hubiera preferido que se quedará con el recuerdo de la mañana.

  Entonces recordó lo que le había prometido, quedó de ayudar a su mamá, no quería dejarla sola, no quería que pasara lo que ella, pero no le quedaban fuerzas.

  Miró frente a ella el dije, 'para que te proteja', si como no, nunca creyó en dios y si lo llegó a hacer solo fue creyendo que la odiaba.

  - Lo siento peques... -Susurró sintiendo los párpados pesados y luego los cerró.

  Las personas se acercaban curiosas, rodeando al cuerpo sin vida de Amma, estaba frío y su corazón no latía.

  Pero ese es el destino final de todos.

  Ojalá igual el de ella

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