Impacto

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- Que estupi... -Ella no pudo terminar la frase pues sintió que la niebla le arrebataba el pensamiento. - Dile que iré luego

- No puedo, tengo la indicación de guiarte con él

Ella suspiró profundamente, preparándose mentalmente para odiarlo y respetarlo al mismo tiempo, era una sensación desagradable.

- Bien, guiame

Él ángel asintió y la empezó a guiar por pasillos interminables hasta llegar a una puerta dorada donde el ángel se detuvo, abrió la puerta, dijo unas palabras y luego le indicó que entrara.

Ella suspiró y entro, Dios estába sentado en la silla de su escritorio negro cuando la vio aparecer, la miró de arriba a abajo y ella lo fulminó lo que pudo con la mirada.

- Te sienta bien -Dijo mientras se levantaba y caminaba a ella.

Ella quiso retroceder pero se detuvo sabiendo que si lo hacía problablemente Dios lo detectaria como una ofensa y la petrificaria.

- Así pareces un ángel

Esto le hizo recordar drásticamente a Tara, por el apodo que ella le daba.

- ¿Cómo está? -Preguntó con una voz ligeramente temblorosa.

- Estoy bien, gracias -Respondió con una sonrisa.

- Tu no, so- Detuvo repentinamente la grosería que le iba a decir - ... Dios, quiero saber cómo está ella, Tara -Exigió

- Ah, la pequeña Tara... Ella ya te olvidó, ¿Por qué no te olvidas tu de ella?

Este comentario enfureció a Amma, sabía que ella niña la adoraba y ella igual, no le sería fácil olvidarla tomando en cuenta eso y que la vió morir.

- Dime cómo está, me da igual si me olvidó o no, solo quiero que esté bien...

Dios la miró un momento y luego asintió lentamente, se dirigió a su escritorio y del cajón sacó la misma campanita plateada de la última vez, la sonó y la volvió a guardar, después recibío la esfera y la colocó en el escritorio.

- Cumplí mi parte del trato, si es eso lo que quieres comprobar -Dijo tocando la esfera y mostradole a Tara.

Tara estaba jugando con su mamá y sus dos hermanas mayores, parecía tan feliz, su madre se veía mucho mejor y sus hermanas mayores parecían cuidar de ella.

Pero hubo un detalle que la impresionó, Tara tenía puesto un uniforme de escuela, Amma se sintió feliz y después notó que la demás familia parecía haber salido de su situación, Amma soltó un suspiro aliviado y tocó la esfera con cuidado y cariño.

- Ya está todo bien pequeña... Tu ángel cumplió su promesa... -Dijo mientras acariciaba la esfera con ternura, luego miró a Dios. - ¿Cómo?

- Fácil, milagros

Ella frunció el seño por su falta de detalles pero no le dió mucha importancia, volvió a mirar la esfera.

- ¿Quieres oírla? -Preguntó Dios.

Amma se emocionó con la idea de volver a escuchar su voz y asintió sin dudarlo, Dios tocó la esfera y la conversación que Tara estaba teniendo con su familia se hizo audible.

- ¿La extrañas? -Preguntó la hermana mayor, Lyra.

- ¿A quién? -Preguntó Tara.

- Pues a Amma... Angi... -Respondió la hermana del medio, Rinna.

Tara se quedó callada, Amma estaba expectante, tenía el corazón acelerado por su falta de respuesta, la tención se filtraba a través de la esfera.

- Tara, responde -Insistió la mamá de Tara.

- Era mi ángel ya de por si cuando estaba viva...

- ¿O sea? -Preguntó Lyra.

Pero Tara volvió a guardar silencio, a Amma se le congeló el corazón.

- Hay que enfocarnos en qué ya todo está bien, no hay que pensar en él pasado, ni en las personas que ya no importan -Dijo Tara.

La demás familia se mostró complacida y cambiaron a otro tema, pero Amma no pudo escuchar nada más, sentía como si se le hubiera detenido el mundo, tuvo que agarrarse de algo cercano para no caer, desgraciadamente lo único cercano era Dios en ese momento.

Ella se agarró de su brazo con fuerza y Dios puso un brazo en su cintura para darle soporte y un brazo en sus brazos para darle consuelo o un intento de consuelo.

- Te lo dije, ella te ha olvidado

- No, no, no, no, ella no es Tara, Tara es una niña dulce y tierna y bondadosa -Dijo negando con la cabeza y cerrando los ojos con fuerza esperando que todo fuera una pesadilla.

Dios la soltó y luego pusó sus manos en sus hombros agitandola ligeramente como queriendo hacerla reaccionar.

Pero Amma estaba destrozada, no sabía que hacer con el dolor que sentía, pero una cosa seguía en su mente en negación, esa no era Tara.

«... Esa no era Tara... Esa no era Tara... Esa no era Tara...»

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