Trato

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- ¿Cómo funciona esto?, ¿Tengo que firmar algo?,¿Hay clasificación?, ¿Por qué estoy aquí?, sé que estoy muerta pero no creo merecer el cielo, además soy atea, ¿No es pecado negar al prójimo?, ¿Qué pasó con Tara?, ¿Qué pasará conmigo? -Preguntó ella de un golpe.

El hombre río y negó con la cabeza para después mirarla con una mezcla de ternura y satisfacción, lo último confundió a Amma

- No hay que firmar nada, no hay clasificaciones, estás aquí porque te lo mereces y Dios lo decidió, Tara está viva... aún y en cuanto a ti-

- Un momento, ¿A qué te refieres con 'aún'?, ¿Ella está bien? -Dijo interrumpiendolo.

- ...¿Quieres verla?

- ¿Puedo?

El hombre sacó una campanita color plata del interior de su traje y la sonó ligeramente, momentos después de que volvió a guardarla un ángel entro en la sala, traía una bola de cristal en sus manos y la dejo en la mesita para después retirarse.

El hombre tocó la bola y enfoco a Tara, la pequeña parecía estar en un callejón hecha bolita y llorando, está imagen destrozó a Amma.

- Perdoname, peque... -Dijo acariciando la bola de cristal, como si pudiera enviarle consuelo por medio de ella.

En seguida una imagen le captó la atención, un hombre con una sudadera con capucha y un cubre bocas estaba observando a Tara desde la distancia.

- Un momento, ¿Y él? -Dijo señalando al tipo, no le daba buena espina.

- Él va a ser quien nos la traiga pronto -Dijo con una voz tranquila, como si no supiera que significaba lo que acababa de decir.

La respuesta del hombre le quitó todo el color del rostro a Amma.

- ¿Q-qué? -Balbuceó apenas pudiendo con el impacto de lo que significaban esas palabras.

- Me escuchaste bien -Respondió, su rostro impasible igual que su voz.

- No, no, no, no, ella no -Dijo dando una rápida mirada al hombre y luego a la bola de nuevo.

- Es el destino de todo ser vivo, polvo al polvo

- ¡Métete esas palabras por dónde te quepan! -Dijo ella impotente, no podía con la idea de que lastimarían a Tara.

El hombre se sorprendió por sus palabras pero después se reincorporó y la miró con crudeza.

- No hay nada que puedas hacer -Dijo con una voz firme.

- ¿Por qué?, ¿Porqué lo decidió Dios? -Apenas terminó la pregunta cuándo tuvo una idea.

- Quiero hablar con él, detener esto

- ¿Y cómo?

- Quiero ofrecerle un trato

- Te escucho

- No, tu no, quiero al hijo de puta de Dios

El hombre frunció el seño, Amma no lo culpó, acababa de mentarle la madre a Dios.

- ¿Por qué crees que este hijo de puta frente a ti es el único sin alas? -Dijo mirandola atentamente, su expresión no transmitía nada.

Amma se quedó helada tras está respuesta, pero fue obligada a volver a la realidad cuando el hombre empezó a caminar hacia Tara, tenía poco tiempo.

- Oh Dios, ayudala

- ¿Por qué debería? -Dijo con una voz serena, esas palabras solo hicieron que ella odiara a dios aún más.

- Por favor, haré lo que sea, te lo ruego

- ¿Lo que sea?, es la primera vez que me ruegas y no pides para ti, sino para alguien externo, eres interesante

- ¡Dios!, ¡Por favor! -Dijo cuando veía que el hombre poner una mano en sus bolsillos, cada vez más cerca de Tara.

- Una única condición

- Lo que sea

Dios la tomó del menton con firmeza y cierta rudeza, Amma se asustó pero estaba más asustada por Tara que por ella, así que no lo apartó.

- Serás mía, me perteneceras por completo

Amma se quedó sin aire un momento, era Dios, ¿Pero ella no le pertenecía?, no tuvo tiempo de cuestionar, el hombre estaba muy cerca de Tara.

- Si, si, lo que sea, ¡solo salvala! -Rogó Amma una vez más.

- Muy bien... -Dijo chasqueando los dedos.

Amma miro la bola de cristal , aún con la mano de Dios en su menton, pero sin esa firmeza inicial, observó a un perro salir de la nada y empezar a ladrar, lo que provocó la huida de Tara, eso la hizo suspirar de alivio, pero la escena no acabó ahí, el perro se abalanzó contra el hombre y le mordió el cuello, después de unos momentos de unos gritos y sonidos escalofriantes el perro se fue, el hombre estaba muerto, ella lo sabía porque ya no se movía.

Estaba aterrada pero aliviada de que Tara estuviera a salvo, volvió a mirar al hombre.

- Eso fue excesivo

- Tal vez, pero dijiste que querías que la salvara, no cómo

«Touche»

- ¿Por qué me trajiste aquí si yo nunca creí en ti?

- Solías hacerlo

- Antes de que me quitarás a mis padres

- Yo no puse esas palabras en tu boca, Amma

Amma se quedó callada, claro, lo había olvidado, Dios todo lo ve y todo lo sabe, incluso sus errores.

  «Mierda...»

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