VI. MI HERMANO

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* Gavi

Acaba de terminar la película y leila está dormida en mi hombro, así que la subí a m cuarto y la acosté en mi cama, me puse un pantalón de chándal y me bajé a dormir al sofá, no quería incomodar a leila, ya que no terminábamos de coger confianza. Me costó dormirme, pero lo termine haciendo. Al día siguiente nos levantamos sobre las nueve y media teníamos charla con el míster ya que en dos días empezábamos los

entrenamientos. Antes de irnos el deje una nota en la mesilla junto a su móvil avisando que nos íbamos para que no se extrañara si no nos veía. Al volver a casa, leila estaba tomando el sol en el patio, y al verla se nos ocurrió pegarla un pequeño susto, porque sabía que la película de ayer seguiría haciendo efecto.

- Buuuu. - gritamos todos saliendo al patio.

- Ahhhhhh. - escuchamos a leila gritar y nos empezamos a reír.

- Buenos días bella durmiente. – le dije haciendo referencia a cuando se quedó dormida.

- Sois muy tontos de verdad, pero buenos días. – dijo ella con su sonrisa que yo cada vez que la veía sonreía por dentro.

- ¿Nos damos un baño y luego comemos? – nos preguntó Héctor.

- Por mi sí.

- Por mí también que, aunque ya sea septiembre todavía hace un calor que te derrites como un bombón. – dijo Ferrán mientas se señalaba a sí mismo.

- Si tú lo dices, por algo será. – dijo leila.

Nos subimos a cambiar y al bajar me dijo Pedri coge a leila y tírala contigo a la piscina yo como no tenía nada que perder pues lo hice. La verdad que se enfadó porque no quería mojarse el pelo, en fin cosas de chicas ese mundo es muy difícil.

* Leila

Gavi me acababa de tirar a la piscina y yo me salí enfadada no quería mojarme el pelo, de verdad él y sus ocurrencias, a veces no le aguanto, la verdad que Gavi cuando lo conocías más a fondo no es ese chaval que parece a primera vista siendo un mujeriego, rompecorazones, un borde... cuando le conocías de verdad era muy bueno, aunque también tuviera su parte de insoportable que parecía un crío de tres años.

En lo que ellos se bañaban y hacen el burro un rato más en la piscina, yo fui hacer la comida, les había dicho que un día les iba hacer mi especialidad los espaguetis a la carbonara, la verdad me salían riquísimos o eso me decía todo el mundo que los comía, estaba terminando de hacer la carbonara cuando me interrumpieron.

- Hola rubia. – me dijo pablo apoyado el marco de la puerta.

- Hola pablo.

- Te ayudo en algo.

- No hace falta, ya tengo la salsa hecha solo me queda echar la pasta. Vete con los demás si quieres.

- No, es que estábamos haciendo una guerra he perdido y me he ido.

- Sabes que te picas muy rápido verdad. – le dije para enfadarle.

- Sí, lo que tú digas.

- Pablo es la verdad, aunque no lo quieras admitir.

- Bueno vamos a dejar el tema que si no también acabas picado conmigo.

Acabe de hacer la comida, pues la mesa y nos sentamos a comer.

- Están riquísimos leila. – me dijo lamine y todos asistieron dándole la razón.

- Pues sí, no tenía muchas esperanzas, pero sí. – me dijo Gavi intentando picarme.

- Pablo, a veces la gente te sorprende, aunque tú no te lo esperes.

Acabamos de comer, recogimos todo y yo me vestí, me despedí de los chicos y me fui a casa quería hablar con Lucía por lo que paso ayer. Cuando entre estaba tirada en el sofá la dije hola y al no obtener respuesta me subí a mi habitación y me puse una serie, aunque no la hice caso mi cabeza no paraba de darle vueltas al abrazo tan familiar que me dio Héctor ayer. A los minutos de estar así decidí escribirle y que venga a casa para hablar con él. Toco el timbré y le abrí.

 Toco el timbré y le abrí

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- Ven vamos a mi cuarto. le dije mientras subíamos. -Tengo que hablar contigo.

- Que pasa leila me estas preocupando.

- Es sobre el abrazo de ayer.

- Si te incomodo perdón.

- No, no es eso.

- Es que no se como decírtelo. Ese abrazo se me hizo familiar, no sé si me explico.

- No la verdad.

- Pues que cuando sentí tu abrazo sentí cosas que no había sentido nunca pero no como si me gustaras ni nada parecido como si fueras parte de mi familia.

- Ya sé por dónde vas leila. Si a i también me paso.

- Y no pero no paro de darle vueltas y me parece raro que justo tengamos los mismos apellidos, que nos parezcamos y más cosas.

- Estas insinuando que eres mi hermana, pero si yo soy hijo único.

- Haber escúchame, mi madre me contó hace unos años que yo ella conoció a mi padre aquí en Barcelona, que se casaron y tuvieron dos hijos, pero cuando nacimos mi hermano y yo la convivencia no fue del todo buena y se divorciaron, y yo me fui con mi madre a Sevilla y que mi hermano se quedó aquí en Barcelona. No sé es que me parece mucha casualidad.

- Dame cinco minutos leila, voy a llamar a alguien. – me dijo un poco sorprendido.

Se fue hablar por teléfono y a los minutos volvió.

- Leila, tienes razón mi padre nunca me lo había contado porque prefería dejar el pasado atrás, pero si tengo una hermana.

- Me estás diciendo que sí que somos hermanos.

- Eso mismo te estoy diciendo.

Estaba feliz, aunque yo no tenía pensado buscar a mi hermano, la vida me lo había puesto en el camino y ahora mismo no podía estar más contenta. Me tiré encima suyo a darle un abrazo, después de 17 años volví a sentir a mi hermano.

- Te quiero, peque. – me dijo haciéndome llorar.

- Yo más. – le conteste.

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