📞 ― 𝗡𝗈 𝗆𝖾 𝗀𝘂𝘀𝗍𝖺 . . .

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Ongsa sólo había salido de su habitación para ir por un poco de comida

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Ongsa sólo había salido de su habitación para ir por un poco de comida.

¿Cómo terminó en una llamada con su novia mientras escuchaban detrás de la puerta de Alpha?

― Ongsa, deja de moverte. ― La alta hizo caso rápidamente, pero continuó quejándose por el dolor de sus rodillas.

― Ya no se escucha nada, ¿Por qué seguimos aquí? ―

― Déjame escuchar. ―

― Pero me duelen mi rodillitas. ―

― Ongsa. ―

― ¡Estoy herida! ―

― Sólo cállate un minuto. ―

― ¡Pero estoy herida, Sun! ―

― Bien. ― Iba a seguir quejándose de no ser porque notó que la llamada había finalizado.

― Ah, genial. ― Se levantó y fue a su habitación nuevamente, quizá mañana planearía como disculparse con la chismosa que tenía por novia. Se tiró en su cama, ignorando que a solo unos metros de ella habían unas chicas sin saber cómo confesarse.

― ¿Ongsa? ― No había pasado ni un minuto y alguien entró a su habitación para interrumpir su sueño. Genial.

― ¿Uh? ―

― ¿Ya estabas durmiendo, cariño? ―

― Uhm. ―

― Bueno, sólo venía a avisarte que Sun está aquí. ―

― ¿Qué? ―

― Sí, acaba de llegar. Está hablando con tu madre. ― Saltó de su cama y bajó corriendo al primer piso.

¿Cómo fue que ese lindo ser de metro y medio llegó tan rápido a su casa? ¿Por qué llegó en primer lugar?

Sun estaba en la sala junto a su madre, no pudo anunciar su presencia porque la bajita volvió a tomar la palabra.

― Sí, de hecho vine a ver a P'Alpha. ― ¿A su hermana?

― Ella está ocupada ahora, no creo que pueda atenderte. ―

― Oh, no, no, vengo porque P'Alpha también me dará tutorías. ― Casi se cae de espaldas.

¿Hasta donde era capaz de llegar con tal de recibir toda la información completa?

― ¿A ti también te dará tutorías? ¡Mi hija es tan considerada! ― Y su madre... Bueno, ella seguía pensando que sus hijas eran las mejores. ― Iré a llamarla. ―

Cuando su madre abandonó la sala, Ongsa pudo ver la sonrisita triunfadora plasmada en los labios de Sun.

― ¿Qué? A ti te dolían las rodillas. ― La chiquita se encogió de hombros ante la mirada acusadora de la más alta.

¡𝗣𝗈𝗿𝗻𝗈... 𝘀𝗈𝘁𝗿𝖺𝘀! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora