Charoen necesita urgentemente que alguien le enseñe todo sobre anatomía antes de su examen.
Y Ongsa es tan amable que vendió a su hermana a cambio de un helado.
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Sun lo estuvo pensando por todos esos días.
Amaba a Ongsa, era su tierra, la única persona que lograba que su corazón se acelere y su alma se regocije en felicidad.
Pero las cosas no son sencillas cuando estás en una etapa donde no sabes muy bien como amar.
― ¡¿Por qué haces un problema por esto?! ¡Lo que haga mi hermana no te afecta en nada! ―
― ¡No seas egoísta! ¡¿Charoen no es tu amiga?! ―
― ¡¿Y a ti en qué te afecta?! ¡Mi hermana no es una estúpida irresponsable por ello! ―
― ¡Lo es! ¡Una persona muy estúpida e inmadura! ― Sun hizo una mueca de dolor cuando Ongsa apretó más su muñeca.
Talló sus ojos para alejar las lágrimas ante el recuerdo.
Habían estado caminando tomadas de la mano, hasta que quiso hablar de eso, sabiendo que Ongsa estaba demasiado alterada.
Cuando llegó a casa lloró toda la noche, sintiéndose idiota al culpar a la hermana de su novia, sintiéndose culpable al pensar que había traicionado la confianza de Ongsa por discutir en algo que, tal como dijo Ongsa, no era de su incumbencia.
― ¿Estás segura de lo que quieres hacer? ― Deer daba pequeñas y suaves palmaditas en su espalda, queriendo alejar el llanto en el que estaba sumergida.
― No soy buena para Ongsa, Deer... No soy una buena novia, no puedo cuidarla ni de mí misma. ―
― Sun, no fue culpa tuya. Sólo querías ayudar. ―
― Ongsa se merece a alguien que no quiera meterse o controlar su vida. Nunca seré la indicada para ella. ―
― Pero Ongsa te ama, Sun. ―
― Entonces es mejor que piense que yo ya no lo hago. ―
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