📞 ― Epílogo . . .

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Las notas que salían del piano en el centro del salón estaban cautivando a más de una persona

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Las notas que salían del piano en el centro del salón estaban cautivando a más de una persona.

En el asiento había una mujer misteriosa, cubriendo parte de su rostro con una máscara blanca con bordes dorados, a su vez, el precioso vestido blanco encajaba perfectamente con su cuerpo, llamando la atención de más de una persona. La melodía era triste, ansiosa, esperanzada y con toque de miedo.

Alpha dejó su copa en la mesa a su costado, viendo como Sam, quién estaba a su lado, parecía muy emocionada por aquella persona que tocaba en el centro del salón.

La empresa NEXUS acababa de firmar un contrato importante que los había hecho introducirse mucho más en distintos países, logrando posicionarse sobre su competencia. Alpha era la directora adjunta, ella fue quien logró la tan ansiada firma que más de uno deseaba, por ello Sam había decidido realizar una fiesta en su nombre.

Aunque Sam siempre felicitaba y recompensaba cada logro, incluso si era pequeño.

― ¿Acaso la melodía no es bonita? ― Sam bajó un poco la voz, tomando un pequeño bocadillo. ― Es profesora de música en la academia JH, la que queda por nuestra empresa.

― ¿La conoces?

― Me la presentaron hace dos días.

― Ya veo.

Sam pasó rodeó sus hombros con uno de sus brazos, logrando darle un pequeño escalofrío.

― ¿No te gustaría conocerla?

― No me interesa. ― Antes de que su prima pudiera refutar, Alpha se safó de su agarre y salió del salón.

Las personas la estaban ahogando y mareando, haciendo que sea casi imposible concentrarse en lo que realmente quería.

Instintivamente sus pies la habían llevado al jardín, viendo como las flores de cerezo estaban moviéndose en sintonía con el viento, a su vez la luna remarcaba más su belleza al darles un brillo más especial.

Las flores favoritas de Charoen.

Sin importar donde vaya, Alpha siempre tenía una con ella, y si se quedaba mucho tiempo en un lugar, debía sembrar varias para poder hablar con ellas cuando sentía que todo podría caerse y aplastarla.

Ignorando el vestido azul marino que se ceñía a ella y las bancas a su lado, se sentó sobre la tierra, sintiendo como las flores dejaban pequeños roces sobre ella, la tierra húmeda mojaba su vestido y el aroma que soltaba cada parte del jardín improvisado.

Hace años había perdido a la flor más hermosa que había tenido su jardín, solo porque pensaba que la maleza podría llegar en cualquier momento.

Pero ahora era distinto.

Cerró los ojos durante unos segundos, recordando como había intentado huir de su tío hasta ese día; donde su debilidad por el collar que seguía consigo la había derrumbado. Ese dia pudo ser testigo de cómo solo segundos antes de cerrar la puerta de su habitación para que nadie interrumpa su llanto, su tío gritó al entrar a su casa con regalos costosos y una sonrisa arrogante, presumiendo cosas que no podrían llenar su corazón. En un pobre arrebato, Alpha corrió al primer piso, le gritó y le reclamó, culpandolo de todo y maldiciendo al aire y a Arthit, pero su tío solo sonreía y mantenía una postura relajada.

¡𝗣𝗈𝗿𝗻𝗈... 𝘀𝗈𝘁𝗿𝖺𝘀! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora