33: Probar el amor

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Suwon, Cruz del norte

Una semana antes

El ambiente era gélido y fúnebre, con un silencio tan tenso que podría cortarse con un cuchillo.

La oficina de Kim HongJie, todos se mantenían callados y cabizbajos, mientras que el director fumaba ansiosamente un cigarrillo, tratando de disipar su ira con cada calada y exhalación profunda. Frente a él, la más calmada era aquella alfa pelirroja que pacientemente esperaba porque alguien dijese algo mientras acariciaba su prominente vientre.

- ¿Cómo matas a un funcionario sin salir de tu celda? -Susurró HongJie-. ¿Cómo permitieron que algo así pasara? ¡¿Ah?!

El golpe en la mesa sobresaltó a los funcionarios mientras Kim se ponía de pie, paseándose por la oficina, pasándose una mano por su cabello.

-Necesitamos sacarles la verdad a cada una de esas escorias. Hoy están como si nada hubiera pasado anoche, ¡Como si un hombre no hubiera muerto como un maldito cerdo degollado! ¿Quién estaba de guardia? ¡¿Eh?!

-HongJie. -Pronunció la pelirroja, jugueteando con su bolígrafo-. ¿En serio vas a ponerte a jugar al policía y al ladrón con ellos? Creí que en tu época como funcionario habías aprendido a leerlos y a tratarlos.

Kim se acercó a ella y tiró de su brazo, haciéndola levantarse de la silla.

- ¿Qué me quieres decir? -Le cuestionó, apretando el agarre-. ¿Eh, Kang SeulGi?

SeulGi miró a sus compañeros y suspiró negando con la cabeza, chasqueando la lengua.

-Que hables menos y hagas más. Mientras se te encoge el prepucio del miedo, tienes a un grupo de chinos y a un borreguito allá abajo, esperando a que te escondas para hacer de las suyas. Un funcionario es un blanco de distracción fácil, ¿No fue con la muerte de cientos de inocentes que Kim TaeHyung logró su fuga por... Segunda vez? Sinceramente, esperaba más potencial de ti. -Aprovechando la estupefacción de HongJie, se soltó del agarre del alfa y se dirigió a la mesa-. Déjenme encargarme. Apagaremos las cámaras de seguridad a las 19:00, los que no quieran participar que se vayan a su casa, los que sí, nos olvidaremos de lo que habremos hecho apenas termine. Pero les sacaremos la verdad... Por cualquier medio.

Y el silencio se hizo en la sala, sólo que irónicamente, había resultado como una respuesta positiva.

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Suwon, Cruz del Norte.

Sunoo sentía que el corazón se le iba a salir en cualquier momento.

Se sentía tenso, asustado, más bien aterrado. Con sudores fríos y terrores nocturnos, con el estómago hecho un nudo y con el pánico a flor de piel, mirando una y otra vez la cicatriz en su mano, esa que lo volvía un responsable directo de aquel asesinato que había ocurrido delante de sus narices. Los días dentro de Cruz del Norte comenzaron a hacerse más largos, más tortuosos, más infernales y nunca se había sentido tan desolado. Esperaba que el director le diera respuestas relacionadas a lo que le había prometido con anterioridad, estaba esperando esa dichosa protección que parecía que nunca iba a llegar. No sólo se había convertido en el blanco de los chinos, los cuales sólo podían observarlo en la lejanía; y sus propios compañeros de celda, los cuales desde el incidente apenas le dirigían la palabra y no se sentaban junto a él a la hora de cada comida. No comprendía la razón de esa repentina indiferencia, pero ahora eso era lo de menos.

Tenía que asegurar protección, y pronto.

Miró a su alrededor en el patio. Aún con sus malestares, todo parecía ser un día normal. Los reclusos jugaban baloncesto o apostaban entre ellos en las gradas jugando cartas, o levantaban pesas. El día era bastante soleado y apenas se podía buscar sombra, por lo que se arrinconó en una de las gradas, abrazándose las piernas.

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⏰ Última actualización: Feb 01 ⏰

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