✧♪♬ Jungkook tiene una extraña forma de desmostrar su amor por Yoon Ji Ah, quien más de una vez le ha hecho ver que ella siempre lo vera como un buen amigo.
Jungkook no acepta el rechazo de Ji Ah, así que esta dispuesto a todo con tal de tenerla y p...
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Capitulo narrado por ambos personajes y mayormente extenso.
Yoon Ji Ah.
Mi cabeza dolía horrores y sentía mi cuerpo como si un enorme camión le hubiese pasado por encima, además podría jurar que lo que sentía escurrir por mi cien era sangre, mucha sangre. Quise llevar mi mano a la zona de la cabeza qué mas dolía pero me di cuenta de que estas se encontraban atadas a los soportes de los brazos con cuerdas y nudos ajustados para que no pudiera moverme.
Comencé a mirar algo desorientada el lugar donde me encontraba sin intentar asustarme mas de lo normal.
¿Acaso Jungkook había hecho todo un teatro de nuevo?. No, era imposible, no cuando estaba a punto de decirle que lo amaba y que no pensaba dejarlo.
El lugar apestaba a humedad, era enorme y oscuro con solo una sala de piel vieja frente a mi. Tenía frío en los pies y mis tobillos dolían por qué también se encontraban atados a la silla. Al menos mi boca no estaba cubierta.
Intente mover mi cuerpo de un lado a otro para poder aflojar un poco el amarre de las manos o de los tobillos pero era inútil. Seguí haciéndolo conteniendo mis ganas de llorar debido a la frustración qué sentía en ese momento. Pero mis movimientos pararon en seco cuando escuche el sonido de unos zapatos acercarse y hacer eco en todo el lugar.
Observe aquellas botas negras de diseñador y esos pantalones oscuros acompañados de una chaqueta de Lona y una camiseta roja. Seguí subiendo mi mirada conforme se acercaba aquella figura masculina hacia mi, tenía el cabello del mismo largo que Jungkook cuando nos secuestraron, solo que era más claro e incluso llevaba un partido a la mitad dejando caer un pequeño flequillo a los lados como Jungkook antes de que se lo cortara.
Pero no se trataba de Jungkook. El rostro de aquel sujeto que se acercaba cada vez mas a mi, no era nada mas que el de Jung Hoseok, con una sonrisa escalofriante de oreja a oreja, los ojos brillantes de felicidad y una de sus manos en su barbilla fingiendo rascarla inocentemente. Seguramente mi cara era un poema por que la carcajada que soltó después solo pudo confirmar que mis ojos seguramente casi se salían al verlo.
Quise decir una palabra, pero por alguna razón mi boca se sentía entumecida.
—Tranquila, tranquila. Si yo fuera tu, no lo intentaría —comenzó a caminar al rededor de la silla. —El golpe en la cabeza y el sedante que te di todavía deben de estar en tu cuerpo —se detuvo a un costado mío y acerco su rostro. —Lo siento nena, era la única manera de que vinieras conmigo.
