Cap. 4 "Navegar sin temor"

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Tiritar es una acción involuntaria que se activa al estar faltos de calor corporal. Ayuda a calentar el cuerpo.

Rena no paraba de temblar, pero no era porque al estar mojada tuviera frío.
Poppy estaba a su lado, intentando calmarla. Vilks echó la vista al pueblo.
Una gran nube de humo sobrepasaba el punto más alto de las casas.

-Estarán bien. Tienen el mar entero para apagar el incendio. La buena noticia es que por fin podemos irnos de aquí- Con un giro de timón, el barco viró. Ya estaban en ruta.

Rena y Poppy se asomaron por babor y dirigieron la mirada hacia el pueblo, aterradas. Se podían escuchar desde ahí gritos, llantos y el fuego crujiendo.

- ¿Qué ha sido eso? ¿Por qué has hecho eso? No hacía falta quemar el pueblo entero- Dijo Rena en una mezcla de enfadó y miedo.

-Hice lo primero que se me ocurrió. Nos estaban persiguiendo ¿Sabes? -
Respondió Vilks.

-No... ¡Te estaban persiguiendo a ti! ¿Quién eres? - Rena tenía miedo, pero lo escondía por no preocupar a Poppy.

-Dije que no respondería preguntas tontas. Ahora id a dormir si queréis-
Dijo el Lobo.

¿En qué momento pensaron que era una buena idea juntarse con un desconocido? No se sentían seguras para nada, mucho menos con un lobo que improvisaba sobre la marcha y no se paraba a pensar ni un segundo en sus decisiones.
Aunque ya era demasiado tarde. Regla 3, una vez empezada la aventura, ya no había marcha atrás.

Las chicas ya no podían más. Sus párpados se fueron cerrando, sus cuerpos cayeron rendidos en el suelo del barco. Por fin podían dormir, pero no tranquilas. Seguían con un lobo a bordo.

Vilks se quedó navegando todo el día.

Sin mucho que decir. Mucha agua salada hasta donde alcanzaba la vista y poco más.

Tuvieron mucha suerte, el velero que robaron debía ser de alguien a quien también le gustara salir de aventura.
Remos, plantas medicinales, caña de pescar... Lo que más le interesó a Vilks fue un farolillo de cobre que aún tenía aceite dentro. Gracias a las cerillas, pudo encenderla. Ya tenían fuente de luz y calor.

El olor a caramelo despertó a las hambrientas dormilonas. Recorrieron el barco hasta llegar con el gran Lobo, quien les ofreció unos pequeños palos para que asaran sus malvaviscos al calor del farolillo.

-Por fin os despertáis, ya era hora ¿No creéis? Espero que hayáis descansado. Porque ahora no vais a poder dormir-
Dijo el Lobo dándole un mordisco a su nube.

- ¿Y Por qué no nos has dicho que nos esperáramos para poder dormir por la noche? - Preguntó Rena mientras daba vueltas a su malvavisco.

-Bueno, estáis cansadas. He pensado que os vendría bien dormir. Y porque si no... ¿Quién vigilaría el barco de noche?-

Rena miró su malvavisco. Todo apuntaba a que ya no se podrían dormir esa noche ¿lo habría planeado?

-Sé que no os habéis llevado la mejor primera impresión de mí. Os advertí que trabajaba solo por una razón. Entenderé si queréis iros de aquí ahora-
Dijo el Lobo.

Por una vez, su tono de voz no era intimidante.

-Por más que quisiéramos ¿Cómo pretendes que nademos hasta tierra desde aquí? - Dijo Rena. Seguía enfadada y asustada.

-Si, además a ti te da miedo el mar. Sería imposible- Añadió Poppy.

-Espera ¿En serio? ¿Un Surix al que le da miedo el mar? Lo nunca visto...-
Dijo el Lobo en tono de burla.

La perla de la pazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora